Con el paso de los días se reitera la importancia vital de la gestión de alternativas para la producción de alimentos, su intercambio y nuestras formas de relacionarnos con la naturaleza, sobretodo desde las y los más pequeños. Con el propósito de acercar a estudiantes de primaria del centro educativo Travesías El Morro en el corregimiento de San Cristóbal a la agroecología y su aporte a la soberanía alimentaria, realizamos la feria agroecológica, una jornada pedagógica, cultural y lúdica.
Desde el programa de Soberanía alimentaria – economía solidaria y su Escuela de agroecología, tenemos convenio con la institución mediante el préstamo de sus sedes para realización de tutorías y de sus huertas para las prácticas de sus estudiantes y a cambio, apoyamos la formación en agroecología con el enfoque agroambiental del centro educativo. La actividad se realizó en el marco de la semana de la convivencia y contó con la vinculación de las docentes.
La jornada, que no se hacía desde antes de las medidas restrictivas por la pandemia, fue además una forma de reactivar la oportunidad para las y los estudiantes de la Escuela de agroecología, de realizar sus prácticas para ser promotoras y promotores. Así, la feria tuvo estaciones diversas con el fin de promover el aprendizaje desde la experiencia y el juego. Las estaciones fueron, 1: separación de residuos, 2: generación de compostaje, 3: realización de sustratos, 4: diseño de huertas desde la perspectiva urbana, 5: acercamiento a las semillas y la vida (biología de las flores y proceso de vida de las semillas), 6: Cineforo y 7: Salvar el planeta (juego lúdico).
Al final, las y los niños adoptaron plantas para su cuidado, Samuel Quintero Hernandez de quinto A, afirmó que “la actividad que más me gustó es cuidar las plantas, que es una gran responsabilidad, pero es bueno porque estamos creando vida, es importante que participemos de estas actividades para que nos conectemos con el ambiente, porque todos hacemos parte de la naturaleza y por ende debemos conocerla”.
Juventudes Rurales: Jóvenes que cuentan historias es el nombre de un proceso de formación-acción en el que participaron jóvenes de los corregimientos de Medellín: San Cristóbal, Santa Elena, San Antonio de Prado y Altavista. Este proceso se propuso promover el reconocimiento y la apropiación territorial por medio de la comunicación comunitaria como una herramienta que permite la reflexión, el diálogo y la creación de nuevos conocimientos desde las dinámicas propias de cada territorio.
Las acciones realizadas permitieron a los y las jóvenes pensarse la comunicación comunitaria desde diferentes perspectivas y temáticas, facilitando la creación de diversos contenidos digitales que hablan del senti-pensar juvenil en cada corregimiento, desde la memoria histórica, atravesada por el rock, hasta la vida campesina que está siendo amenazada por la urbanización de la ruralidad.
Se realizaron cuatro talleres donde se habló acerca de la comunicación, la comunicación comunitaria como una alternativa para la participación juvenil, las vulneraciones de derechos humanos y el deterioro de los bienes comunes de la naturaleza, la comunicación como el derecho a exigir derechos y los diferentes formatos para la creación de contenidos. De estos espacios surgieron diferentes temáticas que sirvieron como insumo para la elaboración de productos que van desde la escritura hasta lo audiovisual.
El acompañamiento se hizo durante todo el proceso, en reuniones de seguimiento en donde se orientaron los proyectos de cada uno de los subgrupos que se conformaron en cada corregimiento. Así pues, se resolvieron dudas, se profundizaron temas, se discutieron enfoques y se acompañó desde lo técnico y temático para dar forma a los resultados finales que reposan en el sitio web: www.juventudesrurales.com
Además, se realizó un recorrido territorial por corregimiento donde los chicos y las chicas lograron mirar el territorio que habitan en la cotidianidad desde la mirada de la comunicación comunitaria y la necesidad de contar el territorio desde el mismo espacio donde confluyen esas realidades que dotan de identidad y sentido a quienes están allí día a día.
La construcción del sentido y la puesta en común de las diferentes experiencias que se tienen de un territorio a otro también fueron parte fundamental del intercambio de comunicación comunitaria que se llevó a cabo el 24 de julio con tres colectivos invitados: Red Entre Montañas del corregimiento de San Sebastián de Palmitas, el equipo de comunicación rural OPDS y CDS de los Montes de María y Río Abajo Comunicaciones del Bajo Cauca antioqueño. El espacio posibilitó el diálogo entre los colectivos y los chicos y las chicas para pensar la comunicación comunitaria como una alternativa a esas dinámicas de vulneración de derechos que se viven en las diferentes regiones de Colombia, pero que aún así se presenta como una manera de defender los derechos y de reivindicar la identidad colectiva.
Finalmente, el proceso culminó el 7 de agosto de 2021 con un encuentro donde los chicos y las chicas tuvieron el espacio para socializar sus proyectos de comunicación y de dónde se pudieron compartir reflexiones acerca de las nuevas formas de habitar el territorio para contarlo y compartirlo desde sus propias experiencias. En ese sentido, el proceso permitió que las personas participantes tuvieran un primer acercamiento a la comunicación comunitaria y la posibilidad de construir territorio desde ella.
Durante el mes de marzo de 2021 se llevaron a cabo dos campamentos juveniles en la Reserva Natural El Edén, de la Cooperativa Financiera Confiar, ubicada en la vereda La Veta del Municipio de Cocorná. Participaron jóvenes de los corregimientos San Antonio de Prado, Altavista, Santa Elena, San Cristóbal y San Sebastián de Palmitas de Medellín.
En los últimos años, la Reserva Natural El Edén ha realizado un proceso de restauración ambiental, implementando prácticas de la bioingeniería y la agroecología para la recuperación y protección de los ecosistemas, como la reforestación con especies nativas y el manejo alternativo de taludes. Durante los campamentos los y las jóvenes recorrieron la Reserva e implementaron algunas prácticas de restauración: aplicación de abono orgánico a las especies en crecimiento, preparación de sustrato para plantación de árboles, reforestación y reproducción vegetal a través de esquejes.
Por otro lado, los campamentos posibilitaron el diálogo entre los colectivos ambientales Cocorná Consciente, Red Entre Montañas (San Sebastián de Palmitas) y REDAJIC (Red Ambiental y Cultural Juvenil Intercorregimental). El intercambio se concentró especialmente en las experiencias de Cocorná Consciente, quienes dieron a conocer el contexto político y socioambiental del territorio, sus amenazas y las acciones de articulación y defensa que han hecho las comunidades. La subregión del oriente antioqueño se encuentra amenazada, una vez más, por las lógicas de los proyectos extractivistas, pues se ha priorizado esta zona para la construcción de las Pequeñas Centrales Hidroeléctrica (PCH).
Este tipo de salidas de campo facilitan el intercambio de saberes, la organización, la construcción de vínculos de amistad, la formación en temas ambientales y de participación juvenil, el reconocimiento de otros territorios y otras experiencias que inspiran a los y las jóvenes a conocer y defender los territorios rurales campesinos.
Luego de marchar el 8 de marzo por las calles de Medellín y unirse al manifiesto del Movimiento Social de Mujeres, los días 17 y 26 de marzo la Red Intercorregimental de Mujeres de Medellín realizó una serie de plantones al frente de las casas de gobierno de San Antonio de Prado, San Cristóbal y San Sebastián de Palmitas denunciando las violencias contra las mujeres rurales y campesinas. Agradecemos la vinculación de la batucada Manada Roja a esta acción pública de denuncia.
Comunicado Red Intercorregimental de Mujeres de San Antonio de Prado, San Cristóbal y San Sebastián de Palmitas, Medellín
Nosotras, mujeres rurales y campesinas de San Antonio de Prado, San Cristóbal y San Sebastián de Palmitas NOS CONCENTRAMOS hoy en el marco de la conmemoración del 8 de marzo “Día Internacional por los Derechos de las Mujeres” para denunciar las persistentes situaciones de discriminación, exclusión y violencias perpetradas contra las mujeres, las cuales continúan siendo un flagelo a nuestros derechos humanos que denotan los arraigos a una cultura patriarcal.
DENUNCIAMOS las violencias en todas sus manifestaciones: psicológica, física, sexual, económica y patrimonial, expresando todo nuestro repudio y señalando que estas tienen matices particulares relacionados con las dinámicas propias de nuestros contextos campesinos y rurales, los cuales deben ser considerados de manera diferencial por el Estado para su atención y tratamiento.
La persistente violencia física expresada en agresiones directas al cuerpo de las mujeres, la violencia psicológica como muestra de la subvaloración, menosprecio y denigración de lo femenino, la violencia sexual evidente en el desconocimiento de nuestros derechos sexuales y reproductivos, las barreras para decidir libremente la maternidad, las violaciones y el miedo a transitar por el territorio debido a la inseguridad, la violencia económica manifiesta en la falta de autonomía económica de las mujeres campesinas y en el no reconocimiento del trabajo en las fincas campesinas, y la violencia patrimonial visible en los obstáculos persistentes para que las mujeres campesinas seamos propietarias de la tierra. Todas estas situaciones son expresión clara de las violencias a las que estamos sometidas las mujeres de forma cotidiana.
EXIGIMOS al Estado la atención y protección de nuestros Derechos Humanos, lo cual encuentra relación con el reconocimiento de la legislación existente en materia de atención a las violencias contra las mujeres, la formación permanente de funcionarios y funcionarias responsables de las rutas de atención a las violencias con enfoque de género y diferencial, y la generación de programas y proyectos abocados al tratamiento y atención de las violencias contra las mujeres campesinas y rurales de Medellín.
Medellín, marzo 17 de 2017
“Mi cuerpo es territorio de derechos”.
“Las mujeres campesinas rechazamos todo tipo de violencias”.
“Exigimos una Medellín segura, libre de violencias y sin miedo para las mujeres del campo y la ciudad”.
“En memoria de Claudia Caicedo del Corregimiento de Santa Elena, ni un feminicidio más, ni una mujer menos”.
¡Mujer, mujer, denuncia violación, defiende tu vida, denuncia al agresor!
El pasado 11 de mayo de 2016 diferentes organizaciones, colectivos y personas nos reunimos a conversar sobre ¿para qué un Distrito Rural Campesino? con la intención de seguir generando espacios de encuentro y reflexión que permitan continuar pensándonos la ruralidad campesina de Medellín y el Valle de Aburrá. Mujeres campesinas y hombres campesinos, estudiantes y profesores universitarios y, en general, ciudadanos y ciudadanas interesados/as y comprometidos/as con una lucha histórica por el reconocimiento de los derechos, vida y territorio campesino.
En el encuentro hubo múltiples y diversas intervenciones sobre la fundamentación y defensa del Distrito, la forma en que se ha construido esta figura de ordenamiento territorial y las opiniones de las y los asistentes, muchos de ellos campesinos y campesinas sobre la importancia de seguir apostándole a la construcción social y política de este escenario.
La figura del Distrito nació para ir en contracorriente a lo impuesto por el mercado, basado éste en la concentración de capital, el alto consumo de combustibles fósiles, el extractivismo, la sobreproducción, el consumismo y los acuerdos de libre comercio; por el contrario, el Distrito reivindica el campesino y la campesina como sujetos de derechos y además, defiende y protege el campo y la tierra para la continuidad de saberes propios, la cultura, los valores, las tradiciones del campesinado y la producción enfocada al autosostenimiento.
El Distrito como espacio de derechos es una propuesta innovadora de reconfiguración del territorio hacia un modelo de desarrollo rural sostenible, puesto que reconoce la forma particular del modo de vida campesino, la producción agroalimentaria desde la apuesta agroecológica (socialmente justa, amigable con el ambiente, económicamente viable y culturalmente aceptable), alternativa para conservación ambiental y la soberanía alimentaria, aspectos que en la actualidad no son visibles dentro de la realidad del país y la ciudad.
Durante las intervenciones se recordaron las propuestas promulgadas en la Cuarta Asamblea Campesina: titularización de predios campesinos, comercio justo, producción agroecológica, exoneración de impuestos a predios campesinos, gestión comunitaria del agua, equidad de género, entre otras. También hubo oportunidad para analizar cómo está el Distrito y la ruralidad campesina en el Plan de Desarrollo de Medellín que actualmente discute el Concejo de la ciudad.
Frente a esto varios interrogantes generan el Plan de Desarrollo que se presentó a la ciudad y al Concejo que no logran recoger de manera directa las propuestas realizadas por la comunidad; además, no presentan a los campesinos como sujetos de derechos a falta de la integralidad en los retos, programas y proyectos para este cuatrienio. ¿Cuál es la visión sociopolítica del campesinado?, ¿cuál es el papel y cómo se define la mujer en el campo?, ¿por qué hablar de lo rural sin lo campesino?, fueron algunas de las preguntas que se plantearon para seguir discutiendo y haciendo control en la etapa final de aprobación del Plan y en la futura puesta en marcha.
La conversación sobre el Distrito Rural Campesino se continuará realizando como evento de ciudad con el fin de seguir visibilizando y demostrando ante la administración municipal y la ciudadanía de Medellín que los campesinos y campesinas necesitan y pueden mejorar las condiciones de vida, además de poder lograr con la reglamentación e implementación el gran desafío de cerrar la brecha entre el campo y la ciudad.
Participaron
Asociación Campesina Agroecológica de la región de Boquerón (ACAB)
Asociación Campesina Agroecológica Campo Vivo
Comité de la Asamblea Campesina del Valle de Aburrá
Red Intercorregimental de Mujeres de San Antonio de Prado, San Cristóbal y San Sebastián de Palmitas
Red Ambiental y Cultural Juvenil Intercorregimental (REDAJIC)
Estudiantes y profesores universitarios
Corporación Penca de Sábila
Desde sus 14 años de edad, el trabajo con la comunidad y el ambiente son el centro del proyecto de vida de Vanesa Sierra Giraldo. Cuando se organizó con sus amigos en un grupo juvenil para conseguir que hubiera Internet en su vereda, San José de la Montaña en el Corregimiento de San Cristóbal, dio el primer paso en el sendero que la llevaría a la Sociología como carrera universitaria y a su pasión por los temas ambientales como herramienta para vencer la timidez y construir un discurso lleno de coherencia y propósitos.
La Corporación Penca de Sábila y su enfoque aparecieron temprano. A partir de la experiencia con el grupo juvenil se vinculó a jornadas ambientales que la llevaron a visitar casa por casa a sus vecinos. Jornadas que, junto a sus amigos, combinaban con el reciclaje que les daba recursos para otras labores como integrantes de la Red Ambiental Juvenil y Cultural Intercorregimental (REDAJIC). Su trabajo, desde entonces, incluye reforestación, limpieza de quebradas, soberanía alimentaria rural, reciclaje de botellas plásticas para utilizarlas como ecoladrillos. Con alegría cuenta que la mueve la convicción de que hace algo importante al sensibilizar a otras personas sobre los temas vitales que descubre en su camino.
“Lo que te da la academia no es igual a lo que te da la calle”, dice mientras cuenta cómo se ha ocupado de estar pendiente de ofertas académicas, participar en mesas y seminarios, recoger información para alimentar su visión sobre su entorno. Se inclinó inicialmente por la Ingeniería Ambiental, pero luego descubrió que el enfoque que le daría la Sociología estaba mejor alineado con sus intereses: la crisis campesina, las semillas, la tenencia de tierras, los transgénicos. Intereses todos que tocan su vida familiar. Confiesa que se siente suertuda por poder articular la academia con los procesos en que participa.
Pronto llegó el reconocimiento a su trabajo. Recuerda que se inscribió, a última hora y con escepticismo, en la convocatoria del Concurso Mujeres Jóvenes Talento que organiza la Alcaldía de Medellín. Allí vería recompensado su proceso. Su interés puesto en acción por la soberanía alimentaria y el agua como derecho humano fundamental fue la credencial para merecer el premio de la naciente categoría Ambiental de dicho concurso para el año 2013. Vanesa asegura que “lo ambiental es un estilo de vida”. Después de ello decidió comprarse una moto con el dinero del premio para poder movilizarse y seguir viviendo en el campo.
Su relación con la tierra se apoya en la búsqueda de independencia y coherencia. “Si estás diciéndole a los jóvenes que no se vayan del campo, vos no te podés ir del campo”, dice con énfasis al contar que su proyecto cercano es construir una casa en la parcela que le dio su padre. Allí tiene su huerta, sus dos perros y sus dos gatos. Allí planea vivir y seguir cultivando con la aplicación de sus aprendizajes.
Sin embargo, “a mi papá no lo he podido convencer”, dice con una sonrisa y un suspiro. Sabe que pasar a la Universidad y ganar el Concurso Mujeres Talento han sido motivos de orgullo para ellos, pero aún así no ha logrado influir en las prácticas de su padre a la hora de cultivar. “Ahora cambié de estrategia. Prefiero mostrarle haciendo”. Cuenta de su huerta personal, y de cómo la última cosecha le sirvió de ejemplo: sembró papa, vendió su cosecha a ColyFlor, recibió un precio justo y además recogieron el producto en la puerta de su casa. Así ha aprendido que deben ser las cosas esta hija de un hogar tradicional de la ruralidad de Medellín en cabeza de Luis Carlos Sierra y Luz Estela Giraldo .
La importancia de la diversidad dice que la entendió en el período en que trabajó dos años y medio con la Corporación Penca de Sábila. “Penca cambia vidas”, manifiesta sin titubeos al relatar como en este tiempo tuvo que aprender a asumir responsabilidades y a tener perspectiva crítica. Hoy, desde su trabajo con los clubes juveniles de la ciudad, sigue pensando en cómo vincular a nuevos procesos la REDAJIC, la casa de su proceso personal y colectivo. Vanesa afirma su compromiso con la tierra y su gente a través de sus acciones. Ella es otro ejemplo de lo que da sustento a nuestra Corporación.
Extra:
Conoce a Vanesa Sierra Giraldo a través de su testimonio, junto a otros dos jóvenes de la REDAJIC, Sergio Reinoso y Luisa Fernanda Londoño:
William Álvarez es padre de Daniela, estudiante de Gestión Comercial y actual administrador de la Tienda Col y Flor, cargo al que ha llegado en medio de un proceso surgido en su infancia y su incursión en procesos ambientalistas en la Vereda San José de la Montaña en el Corregimiento San Cristóbal de Medellín.
Desde los 8 años de edad vive entre cartillas, huertas y procesos ambientalistas, lo que hoy reconoce como el detonante del compromiso social que ha sido la base de su trabajo. Grupos juveniles, ambientales, semilleros, acción comunal y hoy Col y Flor, han sido taller y escuela para este hombre de 36 años que anuncia sus planes en forma de promesa para sí: “aunque tenga cincuenta años voy a estudiar antropología”, dice.
Recuerda como un momento clave en su vida el tiempo en que participó en la reforestación de La Laguna, un sector de su vereda cuyo dueño quería convertir en terreno de pastoreo. Allí, al observar el movimiento juvenil activo, pudo identificarse con lo que hoy sigue siendo para él uno de sus mayores aprendizajes: todo debe ser cuestionado. “Ver gente tan animada haciendo cosas fue la semilla para lo que hago hoy”, cuenta satisfecho.
La historia de William está ligada a la historia de la Tienda Col y Flor desde su creación. Empezó trabajando con la Asociación Campesina Agroecológica de la región de Boquerón (ACAB) en labores de telemercadeo y distribución, desde antes de su conformación legal. Hoy es el administrador de la Tienda después de compartir con diversos administradores de quienes cuenta haber aprendido sus específicos talentos, tanto en lo administrativo, como en lo social y en las nociones de comercio justo que orientan su trabajo. Cuenta, además, sobre su convicción de que “el mayor valor agregado es lo intangible, muchas veces más importante que el punto de equilibrio”, mientras resalta la importancia de pensar en colectivo y ser coherentes, no solo en términos de agroecología.
Atribuye la consolidación del proyecto al apoyo de la Corporación Penca de Sábila y a un trabajo continuo que privilegia las necesidades de las personas sobre los resultados financieros. Enfatiza en que Col y Flor es ante todo una empresa, pero deja claros sus objetivos con toda convicción: “yo estoy en el proceso porque es un proyecto de vida, porque es mejor trabajar queriendo lo que se hace. Trabajar solo por el dinero no es rico”.
“La tierra me encanta. Desde pequeño empecé a verla desde otro punto de vista. No solo como el lugar donde se trabaja mucho, hay que acostarse temprano y ganar poquito, sino que me entregó otra visión sobre la vida: aprendí a cultivar la tierra, no solo extraer, sino también a devolverle. Aprendí que en la medida en que se equilibre esa relación, la tierra nos va a dar más”, apunta mientras relata anécdotas de su infancia en Boquerón.
William Álvarez se confiesa soñador. Aprendió a hacerle preguntas al mundo y a proponer respuestas posibles a través de la mirada de la vida en comunidad y la búsqueda del equilibrio con el ambiente. Relata los hechos destacados de su vida haciendo énfasis en la constancia; constancia que reconoce en el trabajo de la Corporación Penca de Sábila y las personas que la componen: “Penca es mi escuela. Su trabajo de permanencia le ha dado otras perspectivas y nociones a múltiples procesos en la ciudad. Los admiro y los respeto por la capacidad y la tenacidad que han tenido para afrontar esta ciudad y todos los retos, que han sido muchísimos. No desvían su pensamiento al encontrarse una barrera”.
La Corporación Ecológica y Cultural Penca de Sábila y la Asociación Campesina Agroecológica de la región de Boquerón (ACAB) crearon a Colyflor, tienda de comercio justo, para potenciar la comercialización alternativa de las organizaciones y familias campesinas.La tienda Colyflor comercializa productos sanos, naturales y de producción agroecológica, orgánica y tradicional campesina, alimentos producidos sin agrotóxicos. Es una iniciativa que busca la permanencia de las tradiciones culturales campesinas y promueve acciones para la defensa de la soberanía, la seguridad y la autonomía alimentaria desde la perspectiva de la comercialización con un enfoque de comercio justo.
Sandra Galeano recorre San Cristóbal, corregimiento de Medellín, con una sonrisa como escudo ante la adversidad. Desde su vereda La Ilusión, acude hace cuatro años a citas periódicas con otras mujeres que buscan capacitarse como promotoras de género en un proceso liderado por la Corporación Penca de Sábila. Cuatro años que le han enseñado que ‘preguntando se va a Roma’, como afirma mientras recuerda los éxitos que ha obtenido en su corta carrera como líder comunitaria.
En este nuevo rol que la vida le puso por delante, su mayor logro está representado en el camino que hoy permite que los niños de su vereda se trasladen sin inconvenientes hasta la escuela. De parte de su hijo, Daniel Esteban, de diez años de edad, recibe la admiración que también obtiene de sus vecinos y que, según sus palabras, es el mayor regalo que pueda obtener.
Ser promotora de género ha cambiado su vida de manera radical. Sandra afirma que el proceso las ha acercado al empoderamiento a ella y a sus compañeras. Lejos están hoy de ser esas mujeres sumisas que se espera que sean las mujeres del campo, dice. Hoy tienen la convicción necesaria para luchar por sus causas. Aunque haya momentos de flaqueza, donde las críticas y la obstrucción a su labor intenten detenerla, echa mano de su recursividad para respaldar esa idea de no permitir que te digan que no se puede, y por el contrario intentar por todas las vías posibles.
Sandra se asume como una mujer de aspiraciones renovadas. Relata con emoción un viaje reciente al municipio de Urrao. Cuenta que cuando vio el letrero que decía “Casa de la mujer”, creyó posible la réplica de este proyecto en su comunidad. Y así mismo, con cada conversación con sus vecinos, con cada necesidad identificada, nace en ella el ánimo de ayudar a concretar acciones por el beneficio de todos.
Cuenta, además, que ha podido identificarse plenamente con muchas otras mujeres de diversas procedencias. De las personas que han impartido las capacitaciones a las que ha asistido, dice que lo más importante es el carisma y la disposición con que asumen su tarea. Parecen del campo, agrega.
Hoy, la experiencia y los resultados efectivos afirman su proceso de empoderamiento. Mientras lleva su vida regular de ama de casa, madre y esposa, Sandra está más segura que nunca que antes que todo es mujer: vibrante, afectiva, responsable y capaz.