En conmemoración del 8 de Marzo, Día Internacional por los derechos de las mujeres es necesario
resaltar que a pesar de los avances logrados en materia del reconocimiento de nuestros
Derechos Humanos, su garantía y ejercicio continúan siendo un reto, pues la violencia machista,
los feminicidios, la feminización de la pobreza y la revictimización cuando decidimos denunciar las
problemáticas que nos aquejan siguen presentes en nuestra cotidianidad.
Esta situación se exacerba en el caso de nosotras las mujeres rurales y campesinas, puesto que en
nuestros contextos las prácticas machistas y la división sexual del trabajo encuentran un mayor
arraigo. De acuerdo a cifras presentadas por el DANE y el Ministerio de Agricultura y Desarrollo
Rural (2022), con relación al derecho a la educación superior “El 30,8% de las mujeres urbanas
tiene educación superior o posgrado, mientras que solo el 7,9% de las mujeres rurales tiene este
nivel educativo, lo cual representa una brecha de 22,9 puntos porcentuales”.
Sumado a esto, tenemos una sobrecarga de labores de cuidado que se conecta con barreras para
la autonomía económica, puesto que, “Las mujeres que se identifican subjetivamente como
campesinas trabajan en promedio, 14 horas y 23 minutos. El 59,3% de este tiempo (8 horas y 32
minutos) es dedicado a actividades de trabajo no remunerado”. Nuestro acceso a la propiedad de
la tierra es obstaculizado, muestra de ello es que en el departamento las mujeres propietarias
oscilan entre un 32% comparado con un 68% en el caso de los hombres y las violencias no son
prevenidas, atendidas ni judicializadas de manera integral y con una perspectiva de género crítica,
aspecto que se agudiza ante la ausencia de sistemas de información desagregados que develen las
particularidades de esta problemática en la ruralidad.
Como mujeres rurales y campesinas denunciamos que estas problemáticas, agudizadas ante la
baja presencia estatal, se constituyen en barreras y obstáculos que conllevan a una vulneración de
nuestros derechos y acentúan la brecha histórica entre el campo y la ciudad, por tal razón, en el
marco de esta conmemoración reivindicamos y exigimos:
Por el pleno ejercicio de nuestros Derechos Humanos ¡Nos queremos vivas, libres y sin miedo!
Red Intermunicipal de Mujeres del Norte, Red Intercorregimental de Mujeres de Medellín y
Corporación Ecológica y Cultural Penca de Sábila. 2023.
Luego de 14 años de formación y educación, convocamos a agroecólogos y agroecólogas con el fin de reafirmar que la articulación y el tejido en red son una de las bases para la permanencia de los saberes campesinos y las acciones colectivas para la defensa del territorio.
El pasado 25 junio de 2022 realizamos el Encuentro de Egresados y Egresadas de la Escuela de Agroecología en la sede de la Corporación. En este espacio, convocado por el Instituto Educativo Penca de Sábila, se reunieron 50 graduados/as, desde el 2007 (primera cohorte) hasta el 2021, quienes en medio de abrazos, risas y alguna que otra lágrima, se mostraron felices con el reencuentro.
El orden del día estuvo lleno de diálogos, además de una pequeña feria de experiencias que tenía, como primer objetivo, el intercambio de las vivencias de las y los promotores que asistieron. En la feria se contó con la participación y testimonio de participantes como:
Todos estos proyectos gestados luego del proceso de formación en agroecología, fueron ejemplos concretos que se sumaron a las vivencias de las promotoras y promotores en agroecología como formas sostenibles y conscientes de habitar el territorio.
El segundo objetivo del encuentro fue construir colectivamente estrategias que les permitiera ejercer su labor como agroecólogas y agroecólogos de una forma más efectiva, articulándose para facilitar el relacionamiento y el intercambio de saberes, experiencias y semillas, así como la defensa del territorio. Es así cómo se decide conformar una red para la defensa y promoción del saber agroecológico .
Valeria García, egresada y participante del Encuentro de Egresados/as, expresó sobre la dinámica del día y las propuestas entorno a conformar una red: “(…) Me parece muy necesario que siga habiendo espacios para que nos juntemos, para que nos escuchemos, para comunicarnos. Para que podamos expresar cómo estamos en cada territorio”.
El evento finalizó con un trueque de semillas, espacio que se ha tornado en un símbolo del trabajo mancomunado de la agroecología, y con el compromiso de continuar con la conformación de la Red antes del próximo encuentro.
Ante el recrudecimiento de las violencias que vivimos las mujeres, durante el mes de noviembre la Red Intercorregimental de Mujeres de Medellín, la Red Intermunicipal de Mujeres del Norte y la Corporación Penca de Sábila llevamos a cabo la campaña “En la calle, en la casa y en el campo: mujeres libres de violencia” a propósito del 25N, Día Internacional por la Eliminación de las Violencias contra las Mujeres. De esta manera, se movilizó información clave sobre las tipologías de violencia y sus diferentes manifestaciones, especialmente las que afectan la vida de las mujeres rurales y campesinas de Medellín y del norte del Valle de Aburrá. La movilización social es fundamental para posicionar la defensa de los derechos humanos de las mujeres en la agenda pública, con las diferentes acciones logramos visibilizar y denunciar las violencias que viven las mujeres, la inoperancia del Estado y las instituciones públicas y exigir rutas de atención con enfoque de género permanentes, eficientes y contextualizadas que atiendan de manera oportuna y digna los casos que se presentan.
Norte del Valle de Aburrá
En Copacabana, Girardota y Barbosa se socializaron los resultados de la caracterización de las violencias contra las mujeres rurales y campesinas del norte del Valle de Aburrá, haciendo un fuerte llamado a las Administraciones Municipales y a la sociedad civil frente a las altas cifras que se presentan y el alto índice de casos de violencia institucional que se manifiesta cuando las mujeres víctimas acuden en búsqueda de información y atención y las mandan a buscar el directorio telefónico en la página web de las administraciones, las coaccionan para que concilien con los agresores, las culpabilizan, entre otros hechos que profundizan las violencias y las brechas que impactan a las mujeres rurales y campesinas: de género, campo-ciudad y digital.
Para el caso de Copacabana, en articulación con la Comisión de Género del Concejo Municipal logramos llevar a cabo una sesión de control político en la que fueron invitadas Comisaría de Familia, Fiscalía y Programa de Equidad de Género de la Alcaldía, lamentablemente esta última fue la única que se presentó, la funcionaria encargada se refirió al proceso de actualización de la política pública de equidad de género manifestando que debía ser “global”, evidenciando así el desconociendo del objetivo y alcance de esta herramienta de gestión y de las amplísimas brechas, desigualdades y violencias que viven las mujeres y en consecuencia, las obligaciones de los gobiernos con las mujeres para garantizar sus derechos humanos. Sin embargo, resaltamos este espacio como un precedente en el que se puso la situación de las mujeres en el escenario público y en el Concejo Municipal.
Medellín
Al igual que en el norte, en la red corregimental se conmemoró la fecha por medio de plantones y pequeñas movilizaciones en los parques centrales de cada corregimiento. En San Antonio de Prado y San Cristóbal, las mujeres se acercaron a la historia de esta fecha que se conmemora en el mundo, a través del documental de Marisela Escobero y la rememoración histórica sobre las hermanas dominicanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, las mariposas, asesinadas el 25 de noviembre de 1960 por su oposición a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo. En el caso de los corregimientos de la ciudad, se insistió en la denuncia de la violencia política e institucional de las que han sido víctima las mujeres que están participando en espacios políticos. En las actividades participaron las integrantes de la Red intercorregimental y en Palmitas, el colectivo de mujeres Arco Iris también estuvo presente.
Con el paso de los días se reitera la importancia vital de la gestión de alternativas para la producción de alimentos, su intercambio y nuestras formas de relacionarnos con la naturaleza, sobretodo desde las y los más pequeños. Con el propósito de acercar a estudiantes de primaria del centro educativo Travesías El Morro en el corregimiento de San Cristóbal a la agroecología y su aporte a la soberanía alimentaria, realizamos la feria agroecológica, una jornada pedagógica, cultural y lúdica.
Desde el programa de Soberanía alimentaria – economía solidaria y su Escuela de agroecología, tenemos convenio con la institución mediante el préstamo de sus sedes para realización de tutorías y de sus huertas para las prácticas de sus estudiantes y a cambio, apoyamos la formación en agroecología con el enfoque agroambiental del centro educativo. La actividad se realizó en el marco de la semana de la convivencia y contó con la vinculación de las docentes.
La jornada, que no se hacía desde antes de las medidas restrictivas por la pandemia, fue además una forma de reactivar la oportunidad para las y los estudiantes de la Escuela de agroecología, de realizar sus prácticas para ser promotoras y promotores. Así, la feria tuvo estaciones diversas con el fin de promover el aprendizaje desde la experiencia y el juego. Las estaciones fueron, 1: separación de residuos, 2: generación de compostaje, 3: realización de sustratos, 4: diseño de huertas desde la perspectiva urbana, 5: acercamiento a las semillas y la vida (biología de las flores y proceso de vida de las semillas), 6: Cineforo y 7: Salvar el planeta (juego lúdico).
Al final, las y los niños adoptaron plantas para su cuidado, Samuel Quintero Hernandez de quinto A, afirmó que “la actividad que más me gustó es cuidar las plantas, que es una gran responsabilidad, pero es bueno porque estamos creando vida, es importante que participemos de estas actividades para que nos conectemos con el ambiente, porque todos hacemos parte de la naturaleza y por ende debemos conocerla”.
Para muchos de los y las asistentes al 6° Festival de cine de Jardín 2021 convocado por el cineasta Víctor Gaviria con el tema “Campesinos, el corazón de la paz” fue una sorpresa escuchar que en Medellín existen comunidades campesinas y que habitan los corregimientos, menos aún sabían que el Distrito Rural Campesino es una figura de innovación, pionera en el país que tiene por objetivo la gestión y protección del territorio rural campesino del municipio.
El festival de cine de Jardín, realizado del 16 al 19 de septiembre de 2021, contó con una muestra cinematográfica exhaustiva: muestras audiovisuales y actividad académica que transcurre sobre las creencias costumbres, idiosincrasia e historias de resistencia que se constituyó en oportunidad de formación y tuvieron el propósito de estudiar, reafirmar y celebrar el rol fundamental del campesinado en los procesos históricos de Colombia, en el desarrollo de sus imaginarios como país y sus devenires políticos y económicos.
Allí estuvimos presentes con Héctor Manuel Lugo desde el programa de Gestión social y ambiental del territorio, con la charla “El hecho campesino, aunque usted no lo crea en Medellín hay campo, campesinas y campesinos”. Tuvimos como objetivo, mostrar la existencia de la ruralidad campesina, su extensión en el territorio, corregimiento por corregimiento, evidenciando las problemáticas que la ponen en riesgo, como la expansión urbana, la expansión de la frontera de conservación sin gente y cómo los predios campesinos ubicados en esas zonas se encuentran en conflicto y en riesgo con multiplicidad de actores sociales.
Algunas de las amenazas resaltadas fueron, el cobro de impuestos con tarifas calculadas con base a las dinámicas urbanas, la falta de interés de la administración municipal de ver a la ruralidad campesina y su centralización en la estructura urbana, generando la falta de atención y acceso a servicios y presupuesto para acciones y planes de mejoramiento eficaz de la vida campesina del municipio. El público asistente participó a través de preguntas relacionadas con las problemáticas generadas por la vía de occidente y la violencia generalizada en los corregimientos que ha afectado a la ruralidad campesina.
Fotografías: Sergio González.
Reconocemos que escenarios de conversación y de encuentro a través de festivales de cine como el 6° Festival de Jardín y otros que han ido creciendo en el departamento y el país, que priorizan a los campesinos y las campesinas como el corazón de la paz, es centrar de nuevo la importancia y la urgencia de la implementación del Acuerdo de Paz. También, que las afectaciones generadas por la guerra, sus diversas formas de violencia y el desconocimiento de campesinos y campesinas como sujetos políticos y de derechos, debilitan la economía, la vida y la cultura campesina del país.
La riqueza cultural y natural de la ruralidad campesina han sido retratadas por creadores y creadoras audiovisuales a lo largo de nuestra historia. El arte audiovisual permite acercarnos a ella desde otros puntos, otras miradas alejadas del prejuicio, el desconocimiento o los imaginarios sociales que siembran otro tipo de medios de comunicación. Hoy, cuando las crisis climáticas y de civilización que vivimos nos ha demostrado una y otra vez los aportes de nuestras comunidades campesinas, reivindicamos sus derechos y seguimos construyendo con las organizaciones, comunidades, acueductos comunitarios, otras formas de proteger la vida y la permanencia digna en nuestros territorios rurales.
Junto al Movimiento Político de Mujeres Estamos Listas estamos convocando a la comunidad de las veredas de los cinco corregimientos para formular participativamente una Política Pública para la ruralidad de Medellín.
Esperamos para este año, mediante grupos focales con las comunidades, profesionales y universidades, el establecimiento de 10 mesas campesinas agropecuarias, la reunión con instituciones, sectores y organizaciones de los corregimientos, formulemos una propuesta de Política Pública que se ocupe de la crisis de ruralidad, la inequidad territorial, el olvido de la economía y vida campesina, las violencias contra las mujeres rurales y campesinas, la dispersión administrativa y las problemáticas que han enfrentado históricamente las comunidades, la juventud y las mujeres campesinas del municipio de Medellín. A la fecha, hemos instalado 3 mesas campesinas en San Cristóbal y avanzan de igual manera los grupos focales.Pese a que el territorio rural es el 70% del municipio, las dinámicas municipales y de participación ciudadana, se han focalizado en la dimensión urbana, sin buscar alternativas para integrar a la ruralidad y sus comunidades.
La pandemia ocasionada por el covid-19 mostró la falta de articulación, de relación con la comunidad y la vulnerabilidad de las comunidades campesinas en las 53 veredas de los corregimientos.
Con el movimiento Estamos Listas con su participación en el Concejo de Medellín nos hemos empeñado en hacer el control político del manejo de recursos públicos con destinación a la ruralidad y de la formulación, reglamentación e implementación del Distrito Rural Campesino. Las mesas campesinas y agropecuarias serán los espacios de participación para socializar los resultados de este control político y legitimar la propuesta participativa de Política Pública.
La crisis de la ruralidad tiene solución. Es claro que no se dimensiona políticamente la importancia social, ambiental y territorial de la economía y vida campesina de cercanías. Medellín aún cuenta con una despensa importante de alimentos y agua, con ecosistemas estratégicos y un territorio para producir bosques y servicios ambientales, todos estos valores y bienes comunes pueden estar a cargo de la comunidad campesina.
Más información:
Alejandra Jaramillo +57 314 656 51 95
Doris Gómez +57 320 605 16 86
Considerar los retos que existen en Medellín para el desarrollo de los corregimientos parte de la integración real y eficaz de los mismos a las acciones interinstitucionales. Las apuestas por disminuir de forma efectiva la brecha entre el campo y la ciudad pasa por la garantía de los derechos campesinos, de la naturaleza y las mujeres.
Estuvimos conversando sobre estos desafíos en un evento organizado por Comfenalco Antioquia, en compañía de la gerencia de corregimientos de Medellín, Efrén Álvarez, edil del corregimiento de San Antonio de Prado, la Mesa Intercorregimental de Medellín y la Asociación Campesina Campo Vivo de San Sebastián de Palmitas.
Si bien los retos de la dinámica urbano rural de la ciudad son estructurales, hay compromisos desde la administración municipal que deben ser garantizados en su cumplimiento. Desde la Corporación tenemos un ámbito de comprensión de los corregimientos, en los que se desarrollan 3 sistemas: el urbano, el rural/campesino y el de conservación. Esto fue lo que explicó Hector Manuel Lugo, coordinador del programa de Gestión social y ambiental del territorio:
En el sistema urbano, la brecha se ha promovido por la expansión urbana, la falta de equipamientos en salud, educación, entre otras, a causa del urbanismo descontrolado que ha llevado a una crisis ante la cual, la administración no ha hecho nada. Sigue existiendo una inequidad territorial, en la que se exige que los impuestos prediales rurales sean pagados con lógicas urbanas. En el sistema rural campesino se destacó la pérdida acelerada de los predios campesinos, las relaciones socioculturales y la presión al cambio de vocación del suelo agrícola.
En esta línea, en el sistema de Conservación, se llamó la atención sobre las 15.800 hectáreas que son territorio de conservación, actualmente entregadas a la potrerización sin uso y la inexistencia de una política pública reguladora. De esta manera, las tierras que le compran a las comunidades para conservación, generan problemáticas para las y los campesinos. Todo lo anterior se recoge además en la falta de visibilización de la importancia de la ruralidad en el presupuesto de la ciudad.
Al respecto, Efrén Álvarez, resaltó dos problemáticas actuales, consistentes en las dinámicas de ruralización de lo urbano y la urbanización de lo rural, que hace necesaria una política de desarrollo territorial integral en Medellín.
Beatriz Elena Álvarez, campesina de la Mesa Intercorregimental destacó las problemáticas de la ruralidad campesina de la ciudad. El derecho al agua y los acueductos comunitarios siguen estando amenazados por la privatización, la asistencia técnica agropecuaria está fallando en el acompañamiento a campesinas y campesinos, la producción y comercialización de los productos campesinos se ve afectada porque la gerencia de corregimientos no tiene la información frente a las necesidades de las y los productores y los Mercados Campesinos no surten la necesidad de comercialización. Además, la participación campesina se ha impactado negativamente, profundizándose con el covid y las medidas de distanciamiento físico. La conectividad sigue siendo otro punto clave y la brecha digital una realidad.
Tanto Beatriz como Rodrigo Arboleda de la asociación Campo Vivo, insistieron en la negligencia que hay de la administración municipal con el Distrito Rural Campesino. Se ha ignorado el proceso de 5 años que ha representado para las comunidades y organizaciones campesinas y que contiene las bases estratégicas para la dignificación de las comunidades campesinas.
Finalmente, además de lo anterior, Medellín no sabe cuál es la población campesina o habitante de los corregimientos que tiene. Es sabido que la población que no se cuenta, no existe, lo que implica una vulneración al derecho a la información, consagrado por la ONU. Se necesita que el municipio y Planeación, avancen en la zonificación y el desarrollo de Unidades de Gestión Territorial, en inversiones con justicia social y de género en bienestar económico, social y ambiental. Ante los acuerdos público privados que desarrollan desde la administración, insistimos en acuerdos público comunitarios para el bienestar común
Accede al conversatorio completo en:
¿Cómo proteger y conservar los ecosistemas del Valle de Aburrá desde la restauración ecológica participativa?
La acción colectiva permite que los conocimientos y las experiencias locales sean parte esencial de la relación entre las comunidades rurales campesinas y los ecosistemas. El diplomado en Restauración Ecológica Participativa hace parte de una apuesta formativa que promueve la apropiación territorial comunitaria y atiende a un contexto de crisis climática y deterioro de los bienes comunes de la naturaleza, que exige con urgencia acciones multiplicadoras.
El proceso formativo inició el primer sábado del mes de marzo de 2021 y tiene una duración de cuatro meses. Se inscribieron 49 participantes divididos en dos grupos: 29 estudiantes conforman el grupo de los corregimientos de San Sebastián de Palmitas y San Cristóbal de Medellín y 20 estudiantes pertenecen al grupo de los municipios del norte del Valle de Aburrá (Bello, Copacabana, Girardota y Barbosa). Las personas que hacen parte del Diplomado son líderes y líderesas comunitarios en sus territorios rurales y campesinos.
Las sesiones formativas se realizan de forma presencial y asincrónica a través del trabajo autónomo de cada participante. Los conceptos de ecosistema, sucesión natural, ciclo hidrosocial y microcuenca han generado un proceso de reconocimiento biofísico y cultural de cada territorio. Cada estudiante se ha relacionado con otras y otros que habitan su misma microcuenca para identificar las quebradas y los sistemas de producción que hay en la parte alta, media y baja de la cuenca, así como la identificación de las problemáticas ambientales, sociales y económicas asociadas a esos sistemas productivos. Atendiendo a la necesidad de pensar acciones conjuntas que tienen el agua como ordenadora del territorio, más allá de las fronteras geográfico-administrativas.
La organización comunitaria y el poder social son pilares para caminar hacia la sostenibilidad. Los juegos de roles y los ejercicios de diagnóstico participativo permiten la identificación de los actores sociales y las relaciones de poder económico y político, así como las potencialidades y limitantes para replicar las experiencias de restauración ecológica.
La visión integral debe trascender el cuidado de las fuentes de agua, los retiros de quebradas y la siembra de árboles en afloramientos. Pasa también por un proceso de cuestionar la forma de hacer agricultura en las fincas que conforman la microcuenca y la implementación de prácticas y tecnologías alternativas que a título familiar se aplican para cultivar y para reducir el impacto a los bienes comunes como los pozos sépticos, las biojardineras y los biodigestores.
El pasado 5 de abril hicimos parte de la Primera Convención Nacional Feminista, un hecho histórico que propició el encuentro y el tejido político entre mujeres de diversos lugares del país, tan diversos como las mujeres que con su voz participaron y aportaron lo que será la agenda política feminista para Colombia. A continuación compartimos el Manifiesto:
Sin las mujeres la democracia está incompleta, sin el feminismo la historia colombiana difícilmente dejará de mirarse en el espejo roto de sus fracasos y ausencias. Como feministas estamos llamadas por la historia a dar el salto hacia la afirmación de nuestra valentía como colombianas con capacidad de construir un país justo, amoroso con su diversidad y gobernado democráticamente. Es nuestro tiempo, asumimos nuestro compromiso con el futuro del país.
En el 2022 el país tiene una nueva oportunidad de tejer otras relaciones de poder que conduzcan a la radicalización de la democracia, a la representación de las mayorías sociales y al aliento de un ejercicio político que no cesará hasta que todas las personas puedan caminar y habitar el país sin miedo, con plena garantía de derechos y disfrutando una economía justa, cuidadora de la vida y la diversidad.
Por eso las mujeres de Colombia afirmamos y adherimos que:
Asumimos nuestro compromiso con el país en este momento decisivo. Vamos juntas, diversas y plurales a construir la historia que vendrá, somos la potencia feminista que emerge como alternativa de poder democrático, justo y digno al servicio de las mayorías sociales que trabajan y luchan.
A pesar del avance en el reconocimiento de las mujeres como sujetas de derechos, las problemáticas se agudizan aún más para las mujeres rurales y campesinas. Según cifras del último Censo Nacional Agropecuario, el nivel de analfabetismo en el 2020 en las zonas rurales estuvo en un 18% para las mujeres y en un 15,8% para los hombres, lo que significa falta de oportunidades, afectación de su autonomía económica y agudización de las brechas de género.
El promedio de horas invertidas en trabajos de cuidados no remunerados de las mujeres rurales fue de 7 horas y 52 minutos, mientras que los hombres dedicaron 3 horas y 6 minutos, identificándose así una brecha de 4 horas y 46 minutos en donde las mujeres destinan más del doble de tiempo que los hombres a las labores de cuidados. Además de esto, es importante señalar que de acuerdo a la Mesa de Economía Feminista en Colombia (2020), el 49% del tiempo del trabajo de las mujeres no es remunerado, pero representa el 20% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, aspecto ante el cual valdría la pena preguntarse una vez más ¿qué pasa si las mujeres paran estas actividades que en muchos casos no son reconocidas ni valoradas?
Otro elemento de vital importancia para las mujeres rurales y campesinas se ubica el acceso, formalización y propiedad de la tierra. Las mujeres solo tienen titularidad sobre el 26% de las tierras, y las decisiones sobre la producción en las Unidades Productoras Agropecuarias (UPA) recaen solo en un 26% sobre ellas, un 12,5% en forma conjunta, y un 61,5% sobre los hombres, lo que refleja cómo el poder de decisión sigue estando sobre la figura masculina, subvalorando así el aporte de las mujeres en esta dimensión y su reconocimiento como trabajadoras del campo.
Es por lo anterior, entre otras razones, que es importante visibilizar la desigualdad en el acceso efectivo y real a los derechos las de las mujeres, la opresión y control que se ejerce sobre ellas por medio de distintas violencias, la consecuente necesidad de exigir al Estado el cumplimiento de las políticas públicas y leyes que garantizan los derechos de las mujeres, lo que a su vez, se conecta con la promoción y agenciamiento de transformaciones culturales y sociales que reconozcan que lo personal es político, y que permitan construir una vida libre de violencias para las mujeres del campo y la ciudad y su ejercicio pleno de ciudadanía.
En el marco de la conmemoración del 8 de marzo, redes y grupos de mujeres rurales y campesinas de Medellín y del norte del Valle de Aburrá realizarán las siguientes acciones:
Mayor información: comunicaciones@yellow-hedgehog-611243.hostingersite.com