Por Javier Márquez Valderrama
Corporación Ecológica y Cultural Penca de Sábila
Nos preocupa el porvenir del mundo. El mundo por venir. Ese mundo por venir depende del mundo de hoy. De las cosas y los seres del mundo de hoy, así como este mundo que vivimos hoy es el porvenir de nuestros ancestros, hombres y mujeres de esta especie que imaginaron un porvenir.
Cada comunidad construye su sabiduría en la experiencia que acumula como bien común y la deposita en hombres y mujeres que llama sabios. Y la sabiduría se vuelve advertencia, sensatez, prudencia, responsabilidad individual y colectiva. Respeto a lo insondable, a lo misterioso, a lo inhabitable. La sabiduría reconoce lo ignoto y lo inconmensurable, y hace de su mirada cautelosa la posibilidad de conocer, acogiendo la incertidumbre como la manera de comprender. Conocer no es saberlo todo, esculcarlo todo, dominarlo todo. Conocer es saber del límite, de la posibilidad de nuestra potencia, de nuestra capacidad de hablar, de nombrar, de tejer con palabras lenguajes y sentidos y poder comunicarnos y entender las señales del agua, la tierra, el aire y el fuego.
Esta capacidad nos ha hecho una especie con palabra, lenguaje, pensamiento, tecnología y artefactos. Allí reside nuestra tragedia y nuestra comedia, nuestra felicidad y nuestro desencanto. Nuestra vida como especie parlante está ligada a la trama de la vida, pero la palabra también nos ha llevado al extravío. Hemos creído que somos el centro de la vida, no parte de ella. La capacidad de la palabra nos ha llevado a creer que somos los dueños, amos y señores del universo, y lo digo en masculino con toda la conciencia de que en ese genérico hombre no está contenida la humanidad toda. La humanidad femenina y masculina.
El dominio, la explotación la subordinación están asociados a esa manera masculina patriarcal de querer dominar a la Mujer, a la Naturaleza y a los seres humanos. Y si bien lo femenino no es naturaleza, pues, como lo masculino, es una manera de ser humanos, la feminización del mundo que vive la época habla de cambios profundos, raizales cambios para sobrevivir, porque sobrevivir es el sino de la especie, de esta especie que ha hecho de la tierra su hábitat y la ha vuelto, al orbe todo, objeto de su dominio.
Nos encontramos aquí para hablar de la tierra. Se juntan en esta conversación miradas y voces distintas. Los pueblos originarios hablan su propia palabra, que demuestra que la ciencia, la filosofía, la ecología, la física, las matemáticas, la economía y la jurisprudencia son lenguajes para nombrar y decir, que pueden dialogar con otros lenguajes humanos en un territorio común que es la literatura, la poesía. Porque tan legítimo es el pensamiento de unas como el de otras culturas humanas.
Yo me siento aquí con ustedes a hablar desde la ecología política. Creo profundamente que el conocimiento recogido en la Ecología se ha hecho base de la comprensión de nuestro lugar en la biosfera, de nuestro lugar en el universo, y no es extraño que los pensamientos primordiales de Nuestra vida como especie parlante está ligada a la trama de la vida, pero la palabra también nos ha llevado al extravío. Hemos creído que somos el centro de la vida, no parte de ella. 27 las distintas culturas humanas se encuentren en sencillas y profundas palabras llenas de sabiduría, y por eso el pensamiento ambiental habla todas las lenguas cuando del provenir de la especie se trata. El ser humano de Occidente se pensaba a sí mismo y con sus congéneres sin la preocupación por todas las cosas y los seres del mundo. Estaba embobado, embebido en su capacidad de transformación de todo, y desde épocas remotas, desde la Grecia antigua, aprendió lo que hoy tiene que desaprender: creer que sus técnicas y artes lo hacían centro del universo, un ser humano que, cerrado en su presente, confió a la razón y a la técnica la capacidad de dominar el mundo, e hizo de la preocupación por lo público y lo privado la preocupación por sí mismo, por el interés colectivo como humanidad, olvidándose del mundo, del territorio, el paisaje, los vegetales, los minerales, los otros animales, el agua, el fuego, la tierra, el aire. Se creyó amo y rey, se creyó el cuento, su propio cuento, el de la expulsión del paraíso, y con su lenguaje prepotente maldijo la naturaleza para hacerla objeto de explotación y dominación.
Al hablar de las dimensiones de la Naturaleza, dice Hans Jonas en su obra El principio de responsabilidad, siendo para él la primera la Vulnerabilidad, que: “Tómese por ejemplo, como primer y mayor cambio sobrevenido en el cuadro tradicional, la tremenda vulnerabilidad de la naturaleza sometida a la intervención técnica del hombre (léase ser humano), una vulnerabilidad que no se sospechaba antes de que se hiciese reconocible en los daños causados. Este descubrimiento, cuyo impacto dio lugar al concepto y a la incipiente ciencia de la investigación medioambiental (ecología), modifica el entero concepto de nosotros mismos como factores causales en el amplio sistema de las cosas. Esta vulnerabilidad pone de manifiesto, a través de los efectos, que la naturaleza de la acción humana ha cambiado de facto y que se le ha agregado un objeto de orden totalmente nuevo, nada menos que la biosfera del planeta, de la que tenemos que responder, ya que tenemos poder sobre ella. ¡Y que un objeto de tan imponentes dimensiones que todo objeto anterior de la acción humana se nos antoja minúsculo! La naturaleza, en cuanto responsabilidad humana, es sin duda un novum sobre el cual la teoría ética tiene que reflexionar. ¿Qué clase de obligación actúa en ella? ¿Se trata de algo más que de un interés utilitario? ¿Se trata simplemente de la prudencia que nos prohíbe matar la gallina de los huevos de oro o cortar la rama sobre la que uno está sentado? ¿Pero quién es “uno” que está en ella sentado y quizás caiga al vacío? Y ¿cuál es mi interés en que permanezca en su lugar o se caiga?“ (1).
La transformación de la tecnología al servicio de la acumulación nos lleva inexorablemente a la destrucción de las condiciones que permiten la vida de esta especie y la trama de toda la vida. La especie humana se organiza en sociedades, y esta obviedad es necesario decirla para comprender que estallamos la envoltura biológica e hicimos cultura y sociedad en una diversidad increíble, y en ella, como común elemento desde remotas épocas y en distintas latitudes, sociedades que esclavizan seres humanos para su explotación, que subordinan a la mujer para su explotación y dominación, que conciben la naturaleza como propiedad de esta humanidad dividida en clases, naturaleza que se hace despensa, que desde sus entrañas esculcadas, explotadas también, todo lo tiene que brindar sin límite, no a la necesidad solamente, sino a la voracidad de la acumulación y la renta.
La defensa de la tierra clama por eso, por una ética orientada al futuro, que debe regir a los seres humanos de hoy, como decía Hans Jonas, quien así la define: “Una ética actual que se cuida del futuro, que pretende proteger a nuestros descendientes de las consecuencias de nuestras acciones presentes” (2).
Agua, lo primordial, el origen después del nacimiento, el universo estaba allí, estuvo allí, tal vez sin agua, aunque sus constituyentes venían del tiempo. El polvo estelar tiene nombres químicos como oxígeno, que se dice por la arqueología cósmica que antes estuvo el hidrógeno, tal vez el elemento más antiguo. Millones de años… ¿Cuántos? ¿Para qué saber cuántos? ¿Se necesita saber cuántos? Cuatro mil quinientos millones… El agua nació en el universo a partir de la unión del oxígeno (creado en las estrellas) y el hidrógeno (el elemento más antiguo). El agua es el líquido primordial, sin agua líquida no habría la vida como la conocemos en su infinita variedad.
“Pero, ¿qué es el agua? —decía en un texto sobre la ética del agua— Ese elemento que todos los días y a todas horas nos acompaña, nos humedece, nos alimenta y limpia, nos refresca y nos calienta, nos alegra y tranquiliza. ¿Qué es el agua? ¿Una sustancia? ¿Un elemento? ¿Una juntura de elementos químicos? ¿Un líquido? ¿Un sólido? ¿De qué materiales está hecha esta cosa que nos da ingeniosidad, nos despierta, nos moja, nos duerme, nos desespera? ¿Qué es esa cosa de la que estamos hechos, como dicen los que saben, en un 60 o 70 por ciento? La química la define como una sustancia que proviene de la reacción del hidrógeno y el oxígeno. Su fórmula es H20, su peso molecular es 18 g/mol. Es al mismo tiempo un ácido, un hidróxido, una sal y un óxido, es decir, es una cuadratura más compleja que la santísima trinidad.” (3)
Por la ecología sabemos que la vida se originó en el agua y que ella es condición de su permanencia. Si obramos con la plena conciencia de ser parte de la inteligencia de la vida, si por nosotros y nosotras habla, se expresa y comunica el agua base de la vida, entonces podemos defender sus derechos, pues son a la vez nuestros derechos. ¿Cómo separarnos de ella si ella somos y navegamos en ella y por ella en la biosfera? Tan sencillo de comprender y tan difícil de hacer norma, derecho y jurisprudencia.
Hemos roto el ciclo hídrico; la vida es cíclica, así la comprendemos mejor: ciclo del agua, ciclo del nitrógeno, ciclo del carbono. Hemos roto los ciclos, los hemos interferido de tal manera que se vuelven contra natura. La comprensión de la lógica de la naturaleza ha servido para interceptar, intervenir, transformar y destruir.
Hoy el agua funge como bien económico, los banqueros e industriales, los empresarios y esa thanatocracia que les sirve han dicho, “lo que nada nos cuesta volvámoslo fiesta”, y hoy a nombre de dar valor a lo invaluable hasta el agua tiene precio monetario, y se habla de bonos de agua, de papeles de la bolsa de Nueva York para que se invierta y gane en los negocios del agua.
¿Pueden ustedes creer eso? Y cual mensajeros del agua gritamos: ¡no, no, el agua es sagrada! Y sacro es lo intocado, lo intocable, lo preservable, lo de todos y de nadie, lo que no puede ser dañado. El agua es un bien común de la humanidad y todos los seres vivos, y a nadie le puede faltar, y así, a punta de movilización y pensamiento común logramos que la ONU, precisamente un 28 de julio hace 4 años, resolviera que, en lo que a acceso y suministro se refiere, el agua es un derecho humano fundamental. Lo logramos… ¿lo logramos? Mientras se conquistaba el nuevo derecho humano, que eso no sucede todos los días, las fuentes del agua son compradas, acaparadas, desviadas las aguas para hacer represas, se hace energía que se exporta, que se compra y se vende; los ríos mueren encerrados, desviados; los peces mueren y muere la gente del río, se va… se tiene que ir, los pueblos anfibios de nuestros grandes ríos deambulan en las ciudades y pueblos sin atarraya, sin batea, cambian de oficio, los persiguen, los matan. Kemi Pernía, embera del río Sinú, te evocamos hoy en defensa del agua y de la tierra. “A Nelson Giraldo le dispararon en cuatro oportunidades y lo degollaron. Dejó una familia con dos hijos que aún se refugia en el coliseo en la U. de Antioquia”, precisó la abogada Liliana Uribe de la Corporación Jurídica Libertad. Ellos exigían derechos, los derechos al río, los derechos del río.
Denuncia en su marcha de antorchas de 2013 la Mesa Interbarrial de Desconectados. Se desvían caudales para llevar agua a los tanques y a nuestras casas. Ya se asoma la tarjeta prepago de agua. Mínimo vital en Medellín. ¿Quién dijo que un derecho se garantiza con caridad? ¿Para qué gobierno, para qué Estado? ¿Para quién el gobierno, para quién el Estado?
Antioquia es agua dulce, y esta agua de manantiales y quebradas, de ríos y humedales, esa gran riqueza, se ha vuelto tragedia para miles. El Peñol inundado y cuánta más gente después desplazada. Paso a las presas, progreso, desarrollo… ¿Desarrollo? ¿Para quién? Ahora venderán a Isagen.
Agua envenenada por agrotóxicos, fertilizantes y plaguicidas que perseveran y viajan por las aguas. Las multinacionales de la agricultura de síntesis química han vuelto compulsivamente 30 dependientes de los agrotóxicos a muchas familias campesinas y a la agroindustria de terratenientes. Comida que intoxica. Tóxicos que navegan nuestras aguas.
¡Ay, la minería! Ay la minería a cielo abierto, San Roque, Gramalote… Tristeza para la gente acallada por los batallones privados que cuidan a la minera y los batallones públicos, sí, públicos, ¿qué será ahora lo público?, impuesto de guerra, y tu plata financia batallones que cuidan a la Drumond y a la Anglo Gold Ashanthi y si no los cuidan, se cuidan. Contaminan el agua, millones de metros cúbicos de agua para la minería. ¿Y el agua de la gente? ¿El agua de los acueductos veredales y comunitarios? ¿El agua para tomar y lavar la ropa? Contaminar el agua es privatizarla. La ley, la ley de la confianza inversionista promueve la extracción de los metales y la contaminación irreversible de las aguas. ¿Sustentabilidad? Entretanto te dicen: “cierra la llave mientras te lavas los dientes…”
Mercados de aguas, empresas. Los señores expertos del Banco Mundial han recomendado entregar el servicio a los eficientes empresarios incorruptos… y la tarea se hace al pie de la letra. Agua servicio público será, está siendo, el negocio de los empresarios. Privatización. Infraestructuras y fuentes y la gente paga la tarifa y las multinacionales ganan.
Economía verde y soluciones de mercado a la llamada crisis ambiental. Cambio climático. Una civilización adicta al petróleo. Contaminó su aire y hoy habla de cambio climático, de extremos cambios del clima y hace compromisos: compromisos para definir las reglas sobre la compraventa del aire en el mercado internacional, y con una cosa que llaman Mecanismos de Desarrollo Limpio (MDL), del Protocolo de Kyoto, se da inicio a la mercantilización de los bosques y del aire. Es la privatización mundial del aire. ¿No creen? Si privatizan los bosques mediante los programas de REDD (Reducción de Emisión por Deforestación y Degradación de los Bosques), definirán un mecanismo financiero (para repartirse las invaluables ganancias económicas generadas por el negocio del aire en un planeta intoxicado) y crearán un Comité de Tecnologías para el cambio climático (sin abandonar la “civilización” del petróleo) y agrocombustibles, energía eólica, nuclear también, energía del sol… Se venden tecnologías. ¿Quién controla las tecnologías? Y allá en el neotrópico, en el trópico, en el sur… cuiden, cuiden los bosques.
Cincuenta años atrás, el poeta Pablo Neruda escribió estos versos (4):
…
no sé quién eres, pero
una cosa te pido,
no te vendas.
…
No, aire, no te vendas,
que no te canalicen,
que no te entuben,
que no te encajen,
ni te compriman,
que no te hagan tabletas,
que no te metan en una botella,
cuidado!
Oda al aire… ¿se imaginaba el poeta que el aire, el agua, la naturaleza serían llamados “servicios ambientales”?, ¿que lo invaluable de estos bienes naturales, su intrínseco valor, su invaluable valor sería monetizado? La naturaleza mercancía. El aire también se vuelve mercancía. El aire, que nos permite respirar, el aire que fue éter, se llamaba éter, el nombre del cielo, del firmamento, antiguamente era el aire más puro de las montañas… El aire se hace mercancía. Se compra, se vende.
Hay una palabreja que se usa cada vez más para entender al rey midas de hoy: Financiarización. Una fea palabra para decir que todo se hace dinero. Les cuento el cuento del rey Midas: Érase una vez un rey muy rico cuyo nombre era Midas. Tenía más oro que nadie en todo el mundo, pero a pesar de eso no le parecía suficiente. Nunca se alegraba tanto como cuando obtenía más oro para sumar en sus arcas. Lo almacenaba en las grandes bóvedas subterráneas de su palacio, y pasaba muchas horas del día contándolo una y otra vez. No les voy a contar el final… ¿saben el final? ¿La moraleja?
Servicios ambientales… pago por servicios ambientales. El aire ya no es aquello que nos rodea, nos permite respirar, nos desordena el pelo y fluye libremente. Junto con el agua, el clima, los mares, la lluvia, el paisaje y toda la Naturaleza que nos rodea, conforman lo que instituciones y burocracias de todo tipo han dado en llamar “servicios ambientales”, una mercancía más para transar en el mercado y por la que todos deberemos pagar, queramos o no.
La idea alquímica de que el fuego es un elemento que actúa en el centro de toda cosa como factor de unificación y de fijación, fue recordada en su día por Gastón Bachelard (5). Quiero asociar fuego y sol como lo hicieron y hacen muchas culturas. Fuego y sol. El sol, fuente de energía. Somos energía solar. La vida es energía solar domesticada, dijo el maestro Augusto Ángel Maya (6), domesticada por el mismo sistema vivo. El sol limpia el agua en la evaporación y nos la devuelve en ese fantástico ciclo, fresca y libre. Y la maravillosa fotosíntesis que hace de la energía solar energía orgánica y alimento para otros seres, y así podemos construir para comprender la vida otro ciclo, otra cadena, la cadena trófica, la cadena alimenticia que permite comprender que así como somos parte del ciclo del agua, somos parte, solo una parte, una escala de la cadena alimenticia. El sol es la energía de los ciclos bio-geo-químicos, de los cuales somos parte orgánica. Esta aventura simbólica que somos como especie no puede desconocer la lucha de intereses y los conflictos sociales por el control de la energía, por el control del fuego, del agua, de la tierra y del aire. Pero como lo enseña Augusto, es al fin y al cabo una aventura simbólica de la especie, nuestra especie.
Hemos tomado el fuego y no nos hemos dado a él. Se queman nuestras alas. La combustión, lo combustible, los combustibles son energía fósil. Petróleo que se hace combustión en millones de motores, que se hace plástico, montañas de plástico, islas de plástico. Gases efecto invernadero, contaminación atmosférica, privatización del aire por contaminación. Contaminación de las aguas. Una matriz energética absurda. La tierra se estremece, se calienta, cambian los climas.
Las fuentes de energía en manos de la avidez y la miopía humanas, advertía Hans Jonas, pueden ser nefastas, como acontece hoy y está demostrado. Siempre nos habla de los límites naturales. De los umbrales críticos del riesgo. Y sueña con una ciencia nueva de las interdependencias, y eso es lo que requiere también el cambio radical que se impone: una ciencia de la incertidumbre, que no quiera conocerlo todo, que comprenda y sea la base de una nueva ética ambiental. Incertidumbre, cautela, inseguridad. Cambiar las metas, no crecer más. Controlar la población. Redistribuir la riqueza. Decrecer… Decrecer. Vivir más con menos.
La tierra es una sola. Es un ecosistema de muchos ecosistemas. Comprendida así, sabremos por sentido común que un daño aquí repercute allá. Que la contaminación circula, se devuelve. Gustavo Wilches-Chaux, en entrevista reciente, da la bienvenida al cambio climático porque puede ser la posibilidad de entender “que perdimos la capacidad para convivir con las dinámicas del planeta, que no es inerte sino un ser vivo. No estamos preparados culturalmente para los cambios. En cierta forma yo le doy la bienvenida al cambio climático porque nos está obligando a tomar medidas que son urgentes, pero que tal vez no habríamos tomado si no existiera esa alerta global. Si mañana dijeran que no hay cambio climático sería muy grave, porque volveríamos a darles motosierra a los páramos sin arrepentirnos” (7).
El sistema de la vida ha sido pues intervenido por nuestra prepotencia tecnológica como especie, el Homo faber se impone al Homo sapiens, y la lucha por controlar el fuego, el aire, la tierra y el agua ha llevado a la guerra, a la crisis de la civilización humana. En los últimos decenios se han visto gobiernos que le entregan los preciosos territorios de Colombia a la megaminería, potencian el acaparamiento de la tierra y convocan a las maquiladoras para que ocupen indignamente a la gente del país convertida en mano de obra barata, dado que una élite política y empresarial tiene alianzas con Estados y corporaciones transnacionales. Cada vez se comprende mejor por qué la tragedia colombiana ha elevado a más de 6.000.000 las víctimas reconocidas y registradas en la base de datos oficial. El modelo extractivo se ha impuesto mediante la combinación del despojo con una legislación flexible, tanto laboral como ambiental, y si bien avanzan tímidamente leyes como la de restitución de tierras y la de reparación a las víctimas, no solucionan el proceso de acaparamiento de la tierra que ha desplazado y desterritorializado a más de 4.000.000 de colombianos y colombianas, robándoles de manera violenta aproximadamente 10.000.000 de hectáreas a los sectores campesinos.
Nosotros hacemos de la ciencia la crítica de la ciencia. Nuestra palabra y acción se apoyan en la Ecología política y la lucha por la sustentabilidad ambiental.
Nos reconocemos en el ambientalismo como una crítica radical al modelo de desarrollo dominante que convoca a un replanteamiento raizal de la cultura. El ambientalismo es un movimiento social de nuevo tipo, basado en un paradigma que quizás es el más completo en su crítica al desarrollo moderno y el más holístico en su apuesta utópica. Parte de leer que el estilo de producción y de vida dominante ha puesto en cuestión la vida en el planeta, y que su sistema de tecnología y su sistema simbólico han establecido, desde un antropocentrismo todopoderoso, un estilo de producción y de consumo insostenible.
Con base en la ecología como sistema de comprensión de la lógica del territorio, podemos entender la disputa entre los seres y las cosas que conforman el mundo, y en éste el lugar que ocupa nuestra especie, dramático, trágico, pues ha generado cambios negativos e irreversibles que agreden la trama de la vida y hoy ponen en vilo la calidad de vida y el bienestar de miles de millones de personas. La ecología, esa ciencia del territorio, se ha transmutado en una ética, una estética y una política que nos permiten comprender las relaciones de poder y los intereses en disputa por los territorios y sus bienes naturales.
Los valores y principios en juego, las concepciones sobre la felicidad y el progreso, la noción de desarrollo, el presente y el futuro de la humanidad y de la vida misma del planeta Tierra, se expresan en este debate sobre la defensa de los bienes comunes y públicos, de los territorios y las culturas, de las economías campesinas y las luchas urbanas por el acceso a una vida digna. Estamos, sin duda, ante una crisis planetaria que se expresa dramáticamente en la situación del clima, la pérdida creciente e irreversible de la biodiversidad, el incremento en la pérdida de grandes cantidades de agua por su contaminación, la pobreza creciente, el hambre y las enfermedades. Todo ello manifiesta la crisis de una sociedad anclada a la explotación de los seres humanos por una lógica de acumulación de riquezas, a la dominación de las mujeres por una cultura y una ideología patriarcales, al racismo y a la dominación de la naturaleza. A partir de estos valores se construye la justificación de la guerra —otra expresión de la crisis de las sociedades humanas— y del modelo económico hegemónico que, a la par que genera exclusión y miseria, depreda ilimitadamente la naturaleza.
Esta crisis exige sin duda nuevos enfoques políticos, así como aplicar estrategias y tecnologías más apropiadas, pero sobre todo exige asumir con coherencia el nuevo paradigma de sustentabilidad ecológica y social. Esto precisa un nuevo enfoque ético y cultural basado en los principios de equidad intra e intergeneracional, e implica asumir el principio de responsabilidad con la radicalidad que requiere la amenaza global, pues solo así se puede enfrentar una situación como la que vivimos.
De otro lado, vivimos un reverdecimiento del capitalismo. Como lo plantea Fernando Mires, también al capitalismo le resulta útil el discurso ecológico. “Algo pasa. Una preocupación superior recorre el mundo, la preocupación por la gravedad de los problemas ecológicos… la crisis de la relación entre la sociedad la cultura y la naturaleza, de allí cierta moda ‘ecologista’. Así lo reconoce el segundo artículo del Atlas vacío legal internacional en torno a la responsabilidad de las empresas sobre el medio ambiente, intentos de lavado ecológico por parte de los lobbies industriales con fuerte apoyo de campañas publicitarias seudo-verdes: en medio de la esquizofrenia ambiental, el camino para salvar el planeta sigue siendo estrecho” (8).
La ecología política es la síntesis de una ética, una estética y una ideología que se fundamentan en la ecología como disciplina y en el conocimiento de la lógica del territorio. La ecología política concita a la solidaridad en la resolución de los problemas ambientales, invita a la coexistencia y la participación de todas y todos en su solución. Se basa en la mirada científica para hacer una crítica de la alianza entre ciencia, técnica y capitalismo, no parte de certezas, y reconoce la incertidumbre y que todas las decisiones sobre la vida son decisiones políticas que deben permitir la coexistencia equitativa desde una perspectiva integral y holística. El ejercicio de la responsabilidad es la característica de esta coexistencia que se basa en el respeto a la diversidad y la pluralidad. La ecología política es característica de la especie humana como enfoque teórico e ideológico que busca comprender el sentido de la vida humana inmersa en el mundo, y busca respetar la integridad ecológica de la trama de la vida.
Texto presentado en el 24 Festival Internacional de Poesía, el día 24 de julio de 2014 en el Museo Casa de la Memoria (Medellín) durante el Encuentro “Celebración de la Tierra. Defensa de La Tierra”, espacio compartido con Vito Apüshana (Colombia, Nación Wayuu) y Joy Harjo (Estados Unidos, Nación Muskogee).
(1) Hans Jonas. El principio de responsabilidad: ensayo de una ética para la civilización tecnológica. Barcelona: Editorial Herder, 1995.
(2) Ibídem.
(3) Javier Márquez. Hacia una ética del agua. En: Soluciones Agrarias, Nº 9-10. Ediciones desde abajo, 2008.
(4) Aire, no te vendas. EcoPortal.net. 3 de diciembre de 2004. En: http://www.ecoportal.net/Temas_Especiales/Economia/Aire_ No_Te_Vendas
(5) Sus estudios sobre psicología de los elementos, el agua, el aire, la tierra, en sus relaciones con la literatura son hoy clásicos: Psicoanálisis del fuego (1938), El agua y los sueños (1942), El aire y los sueños (1943), La tierra y la ensoñación de la voluntad (1948). Gastón Bachelard. En: http://es.wikipedia.org/wiki/Gaston_Bachelard
(6) Augusto Ángel Maya. El Reto de la Vida. Bogotá: Ecofondo, 1996.
(7) Bienvenido, cambio climático’: Gustavo Wilches-Chaux. Entrevista. 18 de septiembre de 2009. En: http://www.eltiempo.com/ archivo/documento/CMS-6147151
(8) Fernando Mires. Crítica de la razón científica. Caracas: Nueva Sociedad, 2002, p. 288.
*Artículo publicado en la Revista Agua Bien Común #2
Por Katherine Higuita Alzate
Corporación Penca de Sábila
Embotellar agua se convirtió en uno de los negocios más rentables en el mundo tanto para las grandes multinacionales como para las empresas nacionales y locales. Las personas, ignorando el grave impacto ambiental, social y cultural que tiene el consumo de agua embotellada, están contribuyendo a la privatización de uno de los recursos más preciados para el ser humano.
Danone, Nestlé, Pepsi y Coca-Cola son las multinacionales que controlan el negocio del agua embotellada en el mundo. Su rentabilidad consiste en que al envasar agua, sea de origen subterráneo o de grifo (1), ésta es mercantilizada a costos muy superiores a los establecidos en las tarifas de los acueductos públicos. En el caso de Medellín, por ejemplo, para un estrato 3, el metro cúbico de agua (mil litros) tiene un valor aproximado de 1.097 pesos (2), mientras que una botella de agua de medio litro cuesta alrededor de 1.500 pesos, lo que equivaldría a un costo 2.900 veces mayor (3).
Pese a los altos costos que implica consumir agua embotellada, este negocio crece a un ritmo anual del 12%, es decir que se duplica cada 6 años, y en cuestión de 30 años el agua embotellada ha pasado a ser una de las mercancías que más dinero mueve en el mundo. En Colombia, para el año 2011 se vendieron más de 176 millones de dólares, sin embargo, es Argentina quien lidera el negocio en la región con ventas de 3.051 millones de dólares (4).
Pero, ¿qué ha hecho que el consumo de agua embotellada aumente en el mundo? Algunas de las razones que explican este progresivo incremento son las estrategias de marketing, que generan publicidad negativa en contra del agua de grifo y seducen a la población para que consuma agua embotellada, la cual promocionan como la más natural y pura y sinónimo de estatus social. Hoy en día existen cientos de marcas de agua embotellada con diversidad de sabores, olores, con vitaminas y minerales y llamativos diseños que la convierten en una mercancía de lujo.
Otra de las razones para que aumente el consumo de agua embotellada a nivel mundial es la contaminación de los recursos hídricos aptos para el suministro de agua potable, la falta de redes de alcantarillado y el creciente discurso de la “escasez mundial del agua”, que alerta sobre la crisis mundial del agua sin explicar ni analizar las razones por las cuales se ha llegado a dicha crisis.
Los riesgos ambientales que genera el consumo de agua embotellada se pueden medir por la cantidad de botellas plásticas desechadas (5); se calcula que a nivel mundial 1.500 botellas de plástico terminan en la basura cada segundo, y solo un 20% se recicla, el resto es arrojado a los ríos, mares, rellenos sanitarios o es incinerado, lo que está causando un desastre ecológico. Asimismo, la fabricación de las botellas requiere cada año 2,7 millones de toneladas de plástico, el cual es elaborado a base de petróleo, recurso no renovable que genera contaminación ambiental. Además, la extracción industrial del agua de sus lugares de origen puede provocar desequilibrios medioambientales y sociales, puesto que afecta a las comunidades locales (6).
Los riesgos para la salud por el consumo de agua embotellada son poco conocidos y publicitados, sin embargo, algunas investigaciones (7) han dado cuenta de que el agua en las botellas se almacena durante periodos más largos y a mayores temperaturas que en el caso de las instalaciones de un sistema de acueducto público, lo cual puede favorecer el crecimiento de algunos microorganismos. Los niveles de bacterias en el agua de acueductos municipales se miden cientos de veces al mes, mientras que en el agua embotellada sólo una vez a la semana, por lo que no se alcanzan a detectar posibles fuentes de contaminación en el embotellamiento. Además, la mayoría de las botellas están hechas de Tereftalato de Polietileno (PET, por sus siglas en inglés), un plástico derivado del petróleo que con el paso del tiempo desprende algunas sustancias perjudiciales para la salud, como el antimonio o el bisfenol A, de ahí que se recomienda evitar rellenarlas o guardarlas de manera prolongada o exponerlas a altas temperaturas (8).
Los riesgos sociales y culturales de la privatización del agua a través de su mercantilización, se fundamentan en que se naturaliza la privatización de los bienes comunes y por ende de la vida. En esta lógica todo tiene un precio, incluso bienes que serían impensables como el aire, las semillas, las nubes, la energía solar, los árboles. Si bien estamos en una sociedad de consumo, no podemos caer en el juego de mercantilizar la vida, porque corremos el riesgo de depender de recursos económicos para acceder a lo más básico.
Desde el Comité en Defensa del Agua y de la Vida Antioquia, se ha promovido una campaña llamada “No al consumo del agua embotellada”, la cual, mediante diversas estrategias pedagógicas, comunicativas y de movilización, ha logrado que parte de la población tome conciencia sobre los peligros de la privatización del agua a través de su mercantilización (9).
(1) Son aguas extraídas del grifo que se han sometido a tratamientos físico-químicos con el fin de que cumplan las exigencias sanitarias para el consumo.
(2) Este valor es de Empresas Públicas de Medellín y rige para estrato 3 (marzo de 2014). Para ampliar ver: http://www.epm.com.co/site/Portals/2/documentos/tarifas/aguas%202014/tarifas_aguas_marzo_2014.pdf
(3) Para Catherine Ferrier, el 90% del costo real de una botella de agua se lo lleva el embotellado, el transporte, la distribución y las campañas de marketing, dado que el agua como tal no tiene costo. Para ampliar ver: Catherine Ferrier (abril de 2001). Bottled Water: Understanding a social phenomenon.
(4) Para ampliar ver: Diana C. Cantillo (29 de abril de 2012). La revolución de una industria líquida. El Espectador.com. Recuperado de: http://www.elespectador.com/impreso/negocios/articulo-342580-revolucion-de-una-industria-liquida [Consultado el 8 de marzo de 2014].
(5) Para ampliar ver el video: La historia del agua embotellada. Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?v=9ICFp-7RgS4
(6) Álex Fernández Muerza (13 de mayo de 2007). Impacto ambiental del agua embotellada. Recuperado de: http://www.consumer. es/web/es/medio_ambiente/urbano/2007/05/13/162594.php
(7) El documental TAPPED examina el papel de la industria del agua embotellada y sus efectos en nuestra salud, el cambio climático, la contaminación y nuestra dependencia del petróleo. Para ampliar ver: Tormenta en el cine por una botella de agua. En: http:// www.clubdarwin.net/seccion/packaging/tormenta-en-el-cine-por-una-botella-de-agua La verdad sobre el agua embotellada. En: https://www.youtube.com/watch?v=4ClWkQoPC-w
(8) Álex Fernández Muerza (13 de mayo de 2007). Impacto ambiental del agua embotellada. Op. Cit., p. 1.
(9) Si quieres unirte a la campaña puedes obtener mayor información en los siguientes correos: agua@yellow-hedgehog-611243.hostingersite.com y rajintercorregimental@gmail.com (Red Ambiental Cultural Juvenil Intercorregimental de Medellín – REDAJIC-).
*Artículo publicado en la Revista Agua Bien Común #2
Por Juan José Seoane Osa,
Federación Setem
En este primer artículo voy a tratar de enlazar un principio, como es el propio enunciado (“el agua es vida”), con un derecho, el derecho al agua.
Para conquistar un derecho, para engrandecerlo y para perpetuarlo es preciso conocer su necesidad, la razón de su proclamación y de su defensa, con el ánimo de no caer en el defecto de considerar que, una vez alcanzado, ha acabado la lucha de su defensa.
Voy a intentar explicar cómo en el orden internacional, en primer lugar, y en Colombia, en segundo lugar, se ha pasado de considerar el agua como un bien a considerarla como un bien necesario, y cómo, ahora, se ha transformado en un derecho, en un derecho fundamental.
Después de los primeros pronunciamientos francés y norteamericano de finales del siglo XVIII (la Revolución Francesa y la independencia de los Estados de la Unión) se introdujeron en las sociedades y en sus legislaciones, como reglas jurídicas básicas, pero de rango máximo y principal, los derechos humanos.
Casi dos siglos después, en 1948, tras la Segunda Guerra Mundial y como efecto de ella y de las atrocidades que cometieron todos los bandos implicados, gobiernos y ciudadanos quisieron fijar barreras o límites al poder y a la barbarie. Por ello se centraron, rápidamente (en comparación con lo que era habitual hasta aquel momento en el ámbito internacional), en fijar y redactar unos derechos humanos concretos, sólidos, inalienables y universales, a fin de intentar que los seres humanos fueran debidamente considerados y protegidos de todo poder absoluto y de toda arbitrariedad en y por todos los Estados.
Su artículo 1, tantas veces citado como olvidado, determina que “todos los seres humanos nacen libres e iguales, en dignidad y derechos”. Parece que carece de importancia, pero se afirma antes la dignidad que los derechos. Esto va a ser significativo, aun cuando no se indique muchas veces de modo expreso en el desarrollo de los distintos acuerdos o tratados internacionales, en los textos constitucionales y en las interpretaciones y aplicaciones que los tribunales y cortes (internacionales o nacionales) hacen día a día, y cuya función es controlar el real efectivo acceso a estos derechos y el goce de los mismos.
La segunda cita que nos resulta significativa en esta primera parte de este pequeño texto es la contenida en el artículo 3: “todo individuo tiene derecho a la vida”.
La tercera cita nos lleva al artículo 25: “toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure… la salud”.
Y termino con estas referencias remarcando el contenido del artículo 22: “Toda persona… tiene derecho [a] la satisfacción de los derechos económicos, sociales y culturales, indispensables a su dignidad”.
Así, pues, el cuadro inicial es el siguiente:
El segundo “escalón” (que, como veremos, no es tal a nuestro juicio) con relación al derecho al agua es el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales —PIDESC—, el cual entró en vigor en 1976, diez años después de ser aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas.
De su texto nos interesan los artículos 11 y 12, ya que son la base de la Observación General nº 15 (OG 15), que es el tercer paso en la configuración del derecho al agua.
Dispone el artículo 11º que “Los Estados partes… reconocen el derecho de toda persona a un nivel de vida adecuado…, incluso alimentación, vestido y vivienda adecuados”. El artículo 12, por su parte, dice que “Los Estados partes… reconocen el derecho de toda persona a disfrutar del más alto nivel posible de salud física y mental”.
Como desarrollo del Pacto, sin perjuicio de lo que cada Estado firmante haga en su territorio en orden a su implementación, desarrollando leyes, políticas públicas, etc., un comité ad hoc en Naciones Unidas tiene encomendadas diversas funciones, entre las cuales está la de desarrollar esos derechos, fijando la interpretación y, en su caso, el alcance de los mismos, así como las políticas legales y de acción o actuación que los Estados partes han de llevar a cabo para la implantación formal y real de esos derechos, etc., lo cual lleva a término mediante las denominadas Observaciones Generales (OG).
Estas Observaciones no son normas de necesario o imperativo cumplimiento. Esto las diferencia del Pacto. Por tanto, en teoría, simultáneamente disponemos de unas normas vinculantes (el PIDESC) y unas normas 19 orientativas (las OG). Estas normas orientativas se dirigen tanto a las administraciones públicas, es decir, al poder ejecutivo, como a los tribunales de justicia, fundamentalmente a los garantes de la aplicación real y efectiva de los derechos humanos. La función de las OG es que en todos los Estados y por todos los tribunales internacionales y nacionales se entiendan del mismo modo los derechos humanos (por su vocación y necesidad de ser universales) y se implanten con los mismos criterios y efectos.
Los textos que he transcrito de los artículos 11 y 12 del PIDESC no difieren en nada de los que he transcrito de la Declaración Universal de los Derechos Humanos –DUDH-. No creo que en el texto de 1948 el derecho a la vida se refiera al derecho a la supervivencia, ni que el derecho a la salud se refiera al derecho a ser sanado de la enfermedad. Creo que, en ambos textos, la interrelación entre vida, salud y dignidad es tal que no podemos considerar que unos derechos sean de mínimos (los humanos fundamentales) y los otros sean de máximos, o mejor, de deseables pero no exigibles (los económicos, sociales y culturales). En ambos casos las normas internacionales de carácter vinculante (DUDH y PIDESC) proclaman que los derechos a la vida y a la salud son derechos que han de integrar la realidad del ser humano, la dignidad, y no su mera necesidad física, la supervivencia.
Desde hace décadas muchos actores en este escenario de los derechos humanos han pretendido “jugar” a la literalidad, en lugar de hacerlo en el terreno de la justicia. Lo que quiero exponer es que muchos Estados, y muchos tribunales constitucionales (es decir aquellos que tienen encomendada la función del control constitucional, de modo específico o culminante), han considerado que sólo los derechos expresamente catalogados como humanos, fundamentales o humanos fundamentales lo son. Y que, por el contrario, aquellos que son catalogados o calificados (tanto en los textos internacionales como en los nacionales) como derechos económicos, sociales o culturales son meros deseos o propósitos de la sociedad y, por ello, no son exigibles directa e inmediatamente
Desde esa dualidad podemos encontrarnos con Estados (pero sobre todo cortes) que consideren que el derecho a la vida y el derecho a la salud son derechos humanos fundamentales y por tanto directa e inmediatamente exigibles, en sus aspectos materiales, y otros que consideren que todo lo que excede los distintos artículos de la DUDH y su propio texto constitucional no son derechos humanos de primera generación, sino de la denominada segunda generación, y por ello no son exigibles, directamente.
Así, el derecho que hemos denominado derecho al agua, como tal derecho explícito y con contenido propio, no está ni en la DUDH ni en el PIDESC. Ello incluso podría llegar a ser, para un cierto sector o doctrina, argumento de que no es derecho, y mucho menos derecho fundamental.
En Colombia, la Constitución Política de 1991 (CP) no contempla el derecho al agua como un derecho fundamental. En la norma de normas colombiana, concretamente en sus artículos 11 a 44, ambos inclusive, se enumeran los que se consideran derechos fundamentales, y hay una remisión a normas vinculantes internacionales que, incorporadas al ordenamiento jurídico propio, fijan, en su caso, otros derechos humanos así calificados. La CP, a partir del Artículo 42, regula los denominados DESC (derechos no fundamentales, derechos de segunda generación). En el texto constitucional el derecho a la vida sí está expresamente incluido en el listado de los derechos fundamentales.
Su Artículo 11 dispone, rotundamente, que “el derecho a la vida es inviolable”. Pero de la salud se ocupa el Artículo 49, el cual indica que “la atención a la salud y al saneamiento ambiental son servicios públicos a cargo del Estado”.
Esta aparente discriminación entre vida y salud no debe preocuparnos (como así ha sido), ya que por remisión directa ambos derechos son fundamentales porque así están reconocidos en la DUDH, texto que, por expresa disposición constitucional, está integrado como norma de normas.
Es ingente la cantidad de encuentros, publicaciones de Naciones Unidas y otros organismos internacionales, como la Organización Mundial de la Salud, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, etc., foros de debate continuo y declaraciones, como la de los Objetivos del Milenio, que se han ocupado del agua tanto desde la perspectiva de bien material consumible como de elemento esencial, que no sólo está siendo mal distribuido sino que, consciente o deliberadamente, es objeto de comercio especulativo y de “arma” represora. El agua y el derecho a ella no son algo secundario ni algo de lo que no haya que preocuparse con urgencia e inmediatez. El agua es vida, el derecho al agua es un derecho fundamental.
Es el momento de volver a la OG 15, a fin de poder entender su origen, su importancia y los efectos que ha alcanzado este texto de concreción, caracterización e interpretación del derecho al agua.
Los redactores de la OG 15 no tienen ninguna duda. El texto comienza diciendo: “El derecho al agua (artículos 11 y 12 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales)”. Y la siguiente frase dice: “1. El agua es un recurso natural limitado y un bien público fundamental para la vida y la salud. El derecho humano al agua es indispensable para vivir dignamente y es condición previa para la realización de otros derechos humanos”.
Este derecho al agua lo relacionan directamente con el derecho a la vida y a la dignidad humana, y lo centran básicamente en el suministro de agua (el acueducto) como elemento imprescindible para evitar la muerte por deshidratación, para reducir el riesgo de enfermedades relacionadas con el agua y para satisfacer las necesidades humanas de consumo y cocina y las necesidades de higiene personal y doméstica. En la OG 15 se indica que este derecho al agua no es una innovación, es decir, no se crea un nuevo derecho, ya que éste, como tal, existe (en ese momento) en dos textos internacionales básicos, vinculantes y de respeto y aplicación necesaria, como son la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la Mujer y la Convención de los derechos del Niño. En ambos se recoge el derecho de estos dos grupos a disponer de suministro de agua.
Por tanto, partiendo del carácter de universalización de los derechos humanos, la OG 15 acomete esta tarea de concreción de lo que es el derecho al agua, quiénes son sus titulares y cómo pueden disfrutar del mismo, al tiempo que fija las obligaciones de los Estados en una múltiple dimensión: obligaciones legales específicas de respetar, de proteger y de cumplir; y obligaciones básicas de asegurar el abastecimiento de agua.
La Corte Constitucional colombiana reconoció la existencia de un derecho al agua (en su doble dimensión de abastecimiento y evacuación o eliminación de aguas sucias) de inmediato. Y, también, desde sus primeras resoluciones, enlazó el derecho al agua con el derecho a la vida y el derecho a la salud. Posteriormente fue desarrollando su tesis, de modo que enlazó el derecho al agua con el derecho a la dignidad humana, es decir, no sólo el derecho a sobrevivir, sino el derecho a acceder a un escalón superior, relacionado con la higiene personal, la higiene doméstica, el lavado de sus ropas (como elemento exteriorizador y representativo de unos mínimos de calidad de vida), etc.
En su faceta de eliminación de aguas sucias, la Corte ha enlazado este derecho al agua con el derecho a la salud, y también con el derecho a la vida. Pero quizá (y esta es una apreciación subjetiva del autor de estas líneas) con un concepto de salud más restrictivo, que tiene que ver con el derecho a no enfermar, y mucho más con el “derecho a no morir”. Digo esto porque considero que, aun cuando ello no limite el derecho, puede dejar de desarrollar ese plus que se ha concedido al abastecimiento relacionado con el derecho a la vida.
Es de suma importancia que la Corte Constitucional colombiana haya reconocido en 2007 (cinco años después de la aprobación de la OG 15) que la Observación se debía integrar en el denominado “bloque de constitucionalidad”, es decir, en el conjunto de normas relativas a derechos fundamentales que protegen a los colombianos y que éstos tienen derecho a disfrutar y a que se les proteja de omisiones o violaciones de terceros; a partir de ese momento el derecho al agua es un derecho fundamental.
Para concluir, vuelvo a mis palabras iniciales, no pensemos que por el hecho de que la Corte haya reconocido el derecho al agua la defensa del mismo no necesita acción y apoyo. Por el contrario, iniciativas y publicaciones como las de la Corporación Penca de Sábila y esta serie de artículos son, o pretender ser, esa voz que nos recuerde qué es y cómo hemos accedido al derecho al agua, cómo éste es fundamental y, por último, cómo ha de ser defendido, día a día, ante intromisiones, dejaciones e, incluso, intentos de privación o restricción.
*Artículo publicado en la Revista Agua Bien Común #2
Del 27 de septiembre al 3 de octubre de 2014 en la ciudad de Medellín (Colombia) se realizó el Encuentro Internacional Uruguay, Colombia y Bolivia – URCOLBO-, Aguas recíprocas para las Américas, convocado por las organizaciones que hacen parte de la Plataforma de Acuerdos Público Comunitarios -PAPC-.
La Plataforma de Acuerdos Público Comunitarios de las Américas desde su nacimiento en abril de 2009, en Paso Severino, Uruguay, centró su propósito en la defensa de la gestión comunitaria y pública del agua. Las claves de esta defensa están en la propia gente, en las comunidades organizadas que han heredado acumulados ancestrales e históricos que se renuevan en la resistencia a la privatización, no solo del servicio público, sino de las fuentes mismas y de nuestros territorios.
En Colombia se acelera la privatización del servicio de agua y saneamiento que ahora llega a la ruralidad y busca arrebatar de manos comunitarias la gestión del agua construida en años de trabajo solidario. La política pública que bajo el actual gobierno se ha denominado “Aguas para la Prosperidad”, y que busca la transformación empresarial del sector de agua potable y saneamiento básico, es complementada con un reciente documento del Consejo Nacional de Política Económica y Social (CONPES 2831 Agua y saneamiento rural) que cierra el círculo de este proceso de entrega del servicio a manos privadas, a través de asocios público privados, empresas mixtas por acciones y mercados regionales.
En este contexto la Plataforma realizó la segunda fase del intercambio ya iniciado en Uruguay en su primer momento en 2013. En esta ocasión, se tuvieron como ejes las experiencias de los acueductos comunitarios de tres municipios de Antioquia: Girardota, La Unión y Támesis. Ellos han constituido Acuerdos Públicos Comunitarios que buscan defender la autonomía municipal y la autogestión comunitaria, experiencia que urge el acompañamiento solidario en lo político, lo técnico, lo jurídico y lo administrativo. Los acuerdos público comunitarios se materializaron a través de una política pública de carácter municipal para el fortalecimiento de los acueductos comunitarios; propuesta construida por los mismos acueductos con el acompañamiento de la Corporación Penca de Sábila.
Estas experiencias se articulan a los objetivos de la Plataforma de Acuerdos Publico Comunitarios de las Américas (PAPC), que promueve el fortalecimiento y la defensa de la gestión comunitaria del agua de manera solidaria, sin ánimo de lucro y con una oposición a la privatización y mercantilización del agua y los bienes comunes.
Durante siete días de Encuentro, mediante la presentación de las experiencias, los recorridos territoriales y los foros se profundizó el diálogo de intercambio entre los representantes de los prestadores públicos, los sindicatos, las organizaciones ambientalistas, las municipalidades y las comunidades organizadas prestadoras del servicio comunitario del agua de los municipios de La Unión, Támesis y Girardota, entre otros, con el objetivo de conocerse y construir elementos de diálogo que permitan continuar la construcción de un lenguaje común para la articulación de acciones para el fortalecimiento de la gestión pública y comunitaria del agua.
Organizaciones participantes:
La delegación de URCOLBO estuvo en el Acueducto Buena Vista, del Municipio de La Unión, oriente antioqueño. Allí fueron recibidos por la comunidad y la Asociación municipal de acueductos comunitarios UNIAGUAS. Realizaron un recorrido por el acueducto comunitario, reconociendo algunas problemáticas como la minería, pero también grandes avances de la comunidad como la compra de los terrenos donde están ubicados los tanques de almacenamiento y la protección de la cuenca hidrográfica que surte al acueducto.
Se realizó un recorrido en la Vereda San Andrés del Municipio de Girardota. Allí, acompañados por la comunidad, conocieron el acueducto comunitario San Andrés, su infraestructura y su fuente hídrica. Luego, en horas de la tarde, se realizó de manera participativa un diagnóstico rápido sobre los problemas y las posibilidades de mejoramiento del sistema de acueducto. Así mismo, se presentó una danza folklórica que representa las tradiciones culturales de la comunidad negra de la Vereda.
En este foro se compartió la experiencia de un acuerdo público comunitario entre los sindicatos de SINTRACUAVALLE y SINTRAMBIENTE y el acueducto comunitario de La Sirena (Valle del Cauca, Colombia), como una estrategia de fortalecimiento del acueducto comunitario. La organización Proyecto Servicios Municipales (Municipal Services Project) compartió la sistematización realizada sobre esta experiencia.
En este municipio se realizó el Foro sobre la gestión comunitaria en el Municipio de Támesis, suroeste antioqueño. Allí se discutieron las alternativas a la privatización de los acueductos comunitarios, en especial, los acuerdos públicocomunitarios entre comunidades organizadas y municipalidades a través de políticas públicas de iniciativa popular. En la tarde, se visitó el Acueducto de Palermo, se conoció su sistema de potabilización y su experiencia organizativa.
*Artículo publicado en la Revista Agua Bien Común #2
Por Marcela López
Candidata a Ph.D en Geografía de la Universidad Libre de Berlín
La reciente y exitosa inserción de EPM en el en el mercado internacional constituye un momento adecuado para discutir y reflexionar sobre cuál es el significado de lo público en la ciudad de Medellín. Aunque la transformación de EPM en empresa multilatina ha significado para muchos un motivo de orgullo y admiración, muy poco se sabe cómo afecta este cambio a las poblaciones más vulnerables de la ciudad, qué implicaciones tiene en la definición de lo público y qué papel cumple el Estado en la provisión de servicios básicos. Este artículo pretende ilustrar de qué manera lo público se ha convertido en un terreno de lucha a la luz de la transnacionalización de Empresas Públicas de Medellín (EPM), y por qué el debate público-privado es cada vezmás inadecuado para buscar alternativas que generen servicios más equitativos y eficientes para toda la población. Los resultados muestran que en Medellín hay una gran confusión sobre la responsabilidad que tiene EPM como empresa pública y como prestador de servicios básicos. Adicionalmente, se ilustra cómo la noción de lo público ha sido altamente controversial en los recientes debates relacionados con el acceso al agua, ya que diferentes actores han movilizado este término, en algunos casos, para excluir y marginar pero también para resistir y reclamar derechos fundamentales.
El servicio de agua potable en la ciudad de Medellín está a cargo de EPM, una compañía multiservicio creada en 1955 y propiedad del Municipio de Medellín. La empresa no sólo abastece de agua, sino también de energía y gas natural, y presta los servicios de telecomunicaciones y recolección de residuos sólidos a 3,3 millones de personas en Medellín y toda el área metropolitana del Valle de Aburrá.
La compañía ha sido elogiada tanto a nivel nacional como internacional por la eficiencia y calidad de sus servicios y como un modelo a seguir en otros países de América Latina. En las últimas dos décadas, EPM ha operado cada vez más en formas similares a las del sector privado mediante la adopción de lógicas competitivas. La reestructuración orientada hacia principios de mercado es en gran parte el resultado de dos cambios clave en la organización de EPM. En primer lugar, la compañía inició en 1997 un proceso de comercialización bajo los auspicios del Banco Mundial. En cumplimiento de la Constitución Nacional de 1991 y la Ley 142 de 1994, EPM adoptó un nuevo modelo institucional que le permitió transformarse de empresa municipal a empresa industrial y comercial del Estado.
El segundo cambio clave de la empresa ha sido la transnacionalización de sus operaciones en otras áreas geográficas. En 2010, EPM inició la búsqueda de nuevas fronteras internacionales con el fin de ampliar sus redes de acumulación de capital. Hoy en día se ha convertido en el proveedor líder de energía en América Central después de hacerse cargo de los servicios públicos de electricidad en Panamá, El Salvador y Guatemala. Más recientemente, la compañía adquirió la operación de tres plantas de tratamiento de agua en México y un parque eólico en Chile y llevó a cabo una controversial fusión con la empresa de telecomunicaciones sueca Millicom. Fuera del país EPM se comporta como una multinacional privada, que opera en un entorno altamente competitivo y con una estructura de capital cada vez más internacionalizada. Esta expansión geográfica se ha convertido en un punto importante para la consolidación de EPM como una de las multilatinas más exitosas en la esfera de los servicios públicos domiciliarios.
Paradójicamente, mientras EPM se expande exitosamente en otras áreas geográficas y reporta en 2013 ingresos operacionales por 6.950 millones de dólares (12,5 billones de pesos) (El Colombiano, 28 Febrero 2014), los informes del Municipio estiman que en septiembre de 2011 46.166 viviendas fueron desconectadas por falta de pago (21.757 suspendidas y 24.409 cortadas) (1)2 (Personería de Medellín, 2011), al tiempo que 29.696 familias permanecían excluidas del servicio formal por habitar áreas clasificadas como zonas de alto riesgo (Alcaldía de Medellín, 2012). Ante esta situación muchas de estos hogares se ven obligados a asegurar el acceso al agua de una manera informal o, en algunos casos, ilegal. Los métodos más comunes son: compartir el pago de facturas, comprar agua en baldes a los vecinos, reutilizar (por ejemplo, el agua de la lavadora para limpiar los pisos), construir sistemas artesanales de recolección de agua de lluvia, recoger agua de las quebradas y pagar por estar conectados o reconectados ilegalmente a las redes existentes.
Aunque EPM reporta casi un cien por ciento de cobertura en el servicio de agua en las zonas urbanas, el alto número de desconectados pone en duda este nivel de cobertura, el cual está muy lejos de la noción de universalidad. Ante esta situación sería pertinente cuestionar: ¿por qué las desigualdades en el acceso al agua potable se están incrementando en Medellín cuando tenemos una de las mejores empresas públicas de Latinoamérica en la prestación de servicios básicos que además emerge y se consolida exitosamente como multilatina? Para darle respuesta a esta pregunta es importante identificar dónde se ubica EPM en el discurso de lo público frente a lo privado.
En el área de prestación de servicios públicos domiciliarios lo público tiende a relacionarse con lo malo, y lo privado con lo bueno. El Banco Mundial ha afirmado con mucha frecuencia que el sector privado puede traer mejores resultados que el sector público, ya que este último está asociado con problemas de corrupción, soborno, elevadas pérdidas de agua, exceso de personal y bajos niveles de recuperación de costos. Además, se afirma que categorizar el agua como un bien económico garantiza una mayor sostenibilidad ambiental (por ejemplo, reducción de prácticas de desperdicio) (Banco Mundial, 1997; 2004). Por el contrario, los defensores de lo público reconocen que las empresas públicas se desempeñan tan bien como sus contrapartes privadas, cuando están debidamente apoyadas y dotadas de recursos. Adicionalmente, se argumenta que no es ético aprovecharse económicamente del agua por tratarse de un recurso esencial para la vida (Goldman, 2005; McDonald y Pape, 2002).
Es importante reconsiderar la participación del sector privado en la provisión de servicios básicos. En los últimos años varias ciudades en el mundo, cansadas de las promesas del sector privado, la ineficiencia, la falta de transparencia y la mala calidad de la rendición de cuentas, han recuperado de empresas privadas el manejo del agua, y han optado por retornar el control de los servicios de agua a manos públicas. Este proceso, mejor conocido como remunicipalización, lo han iniciado ciudades como Berlín (Alemania), Buenos Aires (Argentina), Cochabamba (Bolivia) y París (Francia) (Pigeon et al., 2012) como una “alternativa a la privatización” (McDonald y Ruiters, 2012).
De igual manera, el sector público ha sido fuertemente cuestionado, porque actualmente existen muchas empresas de propiedad estatal que operan bajo criterios de competitividad y eficiencia. Este híbrido entre lo público y lo privado es conocido como corporatización (McDonald, 2014). En este caso, en el cual se incluye EPM, las fronteras entre lo público y lo privado son más difíciles de definir. A pesar de ser una empresa pública que pertenece al Municipio de Medellín, EPM opera con principios de mercado como cualquier empresa privada prestadora de servicios públicos, de acuerdo con lo estipulado en la Ley 142 de 1994. Este tipo de modelo genera varias preguntas y desata grandes confusiones en cuanto a la naturaleza pública de la compañía y el papel del Estado.
Más que centrarnos en si el modelo debe ser público o privado, vale la pena cuestionar cuáles son las relaciones de poder a través de las cuales se organizan la propiedad, el control, la distribución y el acceso al agua (Swyngedouw, 2006). Es así como muchos nos preguntamos: ¿Por qué EPM como empresa pública que nos pertenece a todos, que le pertenece al Municipio de Medellín, vulnera derechos fundamentales al desconectar hogares por no pago? ¿Por qué no se respetan las acciones de tutela que prohíben la desconexión? ¿Por qué las tarifas son cada vez más inasequibles para la población vulnerable y, en cambio, se promueve el agua prepago como única solución? ¿Por qué la compañía habla de eficiencia económica y poco de equidad social? Estas preguntas están comenzando a contribuir a un debate en el que se cuestiona qué es lo verdaderamente público de EPM y cómo se está construyendo una nueva noción de lo público alrededor del modelo de corporatización.
Aunque pareciera obvio el significado de lo público en la ciudad de Medellín, la implementación de lógicas de mercado en el suministro de agua potable ha distorsionado en gran medida la definición de este término. Este artículo muestra cómo la noción de lo público se construye y moviliza de diversas maneras por EPM y los desconectados para asegurar el control y acceso al agua.
Para EPM, crear una noción de lo público alrededor de su modelo de gestión empresarial ha sido un aspecto crucial no solo para expandirse exitosamente en el mercado nacional e internacional, sino también para inculcar la “responsabilidad moral” de pagar por el servicio de agua potable. La imagen de empresa pública exitosa ha sido presentada en el exterior para generar confianza en este crucial periodo de expansión. EPM quiere mostrar a sus nuevas filiales cómo una empresa pública puede ser eficiente, rentable y económicamente sostenible. Sin embargo, lo que poco se discute es que EPM funciona afuera de Medellín como una empresa privada, y de lo público solo queda el nombre.
Otra manera como EPM ha utilizado la noción de lo público es para disciplinar a los usuarios en la “cultura de pago”. Por ley, EPM transfiere 30% de sus utilidades al Municipio de Medellín. Esto significa que los usuarios que no pagan las cuentas de servicio no solo están afectando la rentabilidad de EPM, sino también las transferencias que le corresponden al Municipio para invertir en los programas contemplados en su Plan de Desarrollo. De acuerdo con Mónica Ruiz, jefe del área de Mercadeo, Distribución y Transmisión de Energía de EPM:
La condonación de la deuda representa una mala señal para el mercado, ya que esto muestra a nuestros clientes que es lo mismo pagar que no pagar. Un cliente disciplinado se sentirá desmotivado si su vecino no paga las facturas y la empresa no reacciona ante ello… Estamos hablando de dinero público, cuando perdonamos las deudas estamos poniendo en riesgo el dinero de la totalidad de los ciudadanos de Medellín. No podemos jugar con este dinero, porque es necesario para financiar los programas ofrecidos por el Municipio a su población (3).
Otra manera de entender cómo se construye lo público en la ciudad de Medellín, es a través de las narrativas de los desconectados en sus luchas diarias por asegurar el acceso al agua. Para esta población, lo público se moviliza como un mecanismo indispensable cuando no pueden acceder formalmente al agua por razones de no pago o por tenencia ilegal de la tierra. Como se explicó anteriormente, muchas de los hogares desconectados se ven forzados a conectarse ilegalmente a la red formal de EPM. De acuerdo con información recolectada por la autora (4), los desconectados justifican las prácticas ilegales porque consideran que el agua no solo es pública sino que además es suministrada por una empresa pública. Al valorar el agua como un recurso público no quieren decir que deba ser gratuita. Para ellos lo público está asociado con valores como buena calidad, suficiente cantidad y accesibilidad económica.
Para muchas de las viviendas que se encuentran fuera del perímetro urbano, los sistemas de organización comunitaria constituyen una estrategia para asegurar el acceso al servicio, ya que por estar ubicadas en zonas de alto riesgo son excluidas de la red formal de agua potable. Con trabajo voluntario y dineros propios se han construido sistemas artesanales de provisión de agua. Algunos líderes comunitarios han justificado el funcionamiento de estos sistemas afirmando que “no son ilegales, son legítimos”, porque el agua es un derecho fundamental y nadie puede vivir sin ella. En estas zonas de Medellín el agua se maneja como un bien público y no como un bien económico, esto quiere decir que a ninguna persona se la excluye del servicio, el precio se fija de acuerdo con la capacidad de pago, y por medio de esfuerzos comunitarios se recolecta dinero para hacer reparaciones y extender el sistema a nuevas viviendas.
Este artículo ha ilustrado lo complejo que resulta dar una respuesta única a la naturaleza ‘pública’ de Empresas Públicas de Medellín, particularmente cuando esta empresa opera bajo el modelo de corporatización. Para muchos actores, la manera como se percibe y se moviliza la noción de lo público en la prestación de servicios básicos varía ampliamente de acuerdo con sus intereses. Mientras EPM utiliza el término público para legitimar sus políticas de desconexión y expandirse exitosamente por América Latina, los desconectados lo hacen para incluirse y defender sus derechos fundamentales. Definir lo público en Medellín se ha convertido en un terreno de lucha política, y esto representa un punto crucial si se quieren generar sistemas de acceso al agua más democráticos e incluyentes. El reto que afrontamos es entonces cómo darle un significado a lo público que verdaderamente sea efectivo para desafiar las ideologías neoliberales de la empresa, que excluyen a una gran parte de la población del pleno disfrute de los servicios de agua potable.
(1) De acuerdo al tiempo de desconexión, EPM clasifica a sus clientes en dos categorías: Suspendidos (atraso en el pago de dos a siete facturas mensuales) y cortados (atraso en el pago de más de siete facturas mensuales).
(2) La Corte Constitucional prohíbe a las empresas de servicios públicos domiciliarios desconectar del agua potable a los hogares habitados por población vulnerable (Ver: Sentencia T-546/2009, Sentencia T-717/2010, Sentencia T-092/2011).
(3) Tomado del documental Desconexión en Movimiento (2013), producido por Mónica Samudio y Angélica Cuevas. 4 El trabajo de campo se realizó durante los periodos 2011, 2013 y 2014. Los métodos que se utilizaron para recolectar la información incluyen encuestas a viviendas desconectadas, entrevistas, participación en reuniones con la comunidad y observación directa.
*Artículo publicado en la Revista Agua Bien Común #2