Manifiesto 8 de marzo
En conmemoración del “día internacional por los derechos de las mujeres”
¡Exigimos una vida libre de violencias!

Hoy, 8 de marzo de 2024, nos tomamos las calles porque la ciudad también es nuestra, para conmemorar el camino de aquellas mujeres que antecedieron nuestra lucha feminista, reconocer la fuerza y celebrar la voz de las que hoy continuamos en la búsqueda por una vida digna ¡Resistimos! con la convicción de que juntas avanzamos.

Abogamos porque se reconozcan los avances que en materia de legislación y políticas garanticen el posicionamiento de nuestras propuestas en escenarios de poder y para ello, seguimos exigiendo el derecho a ser parte de la sociedad de forma igualitaria, el efectivo reconocimiento y materialización de nuestros derechos y ciudadanía, y la transformación de nuestros modos de vida con condiciones para el logro de la igualdad, el desarrollo y la construcción de paz. Hoy nos vestimos con pañuelos morados y verdes, reconociendo y celebrando los esfuerzos y las reivindicaciones logradas en las luchas feministas. Que resuenen nuestras voces en un grito vibrante porque ¡VIVAS NOS QUEREMOS!

Insistimos en cuestionar las formas organizativas y estructuras de pensamiento que sostienen, reproducen y recrudecen las violencias contra las mujeres, los cuerpos femeninos y feminizados. ¡Alerta! Declaramos juntas y en las calles una denuncia pública por las desapariciones y los feminicidios como formas extremas de violencias ejercidas y normalizadas en una sociedad que oprime y desprecia a las mujeres.

Según datos del Observatorio Feminicidios Colombia, en el año 2023 fueron 525 las mujeres víctimas de esta forma de violencia, es decir, casi a diario más de una mujer fue asesinada, de los cuales 95 ocurrieron en Antioquia, siendo de esta manera el departamento más violento contra las mujeres, 53 ocurrieron en el Valle de Aburrá y 29 en la ciudad de Medellín. Tan solo en enero del 2024 se registraron 64 feminicidios en Colombia, un aumento del 33% en comparación con enero del año anterior, de los cuales 8 sucedieron en Antioquia. Estas cifras no expresan en totalidad la magnitud de esta violencia, pero si dan cuenta del riesgo en el que vivimos las mujeres.

También denunciamos la sevicia asociada al feminicidio y la práctica de exposición pública de los cuerpos, entendida como un mensaje contundente del poder patriarcal para la dominación de las mujeres y el establecimiento del “orden social”, lo que nos lleva a declaramos en EMERGENCIA NACIONAL por violencias basadas en género.

Constatamos que son pocos los cambios favorables para la vida de las mujeres, el desarrollo democrático de nuestra sociedad y la protección de los bienes naturales comunes que son patrimonio de la vida. El patriarcado sigue enquistado en ideas y prácticas sociales, el capitalismo no cesa en su ruta de alienación y explotación de muchos seres humanos y de la naturaleza. A esto se suma el dominio de unas élites que alimentadas por la codicia han exacerbado la misoginia, la homofobia, el racismo, la xenofobia y el desprecio por la vida y su asombrosa diversidad.

Por todo ello, nos reivindicamos dueñas de nuestros propios cuerpos, reclamamos y defendemos nuestra autonomía en las maneras de habitar el espacio privado y de manera especial el público donde suceden la mayoría de los feminicidios (52%); exigimos que el estado y la institucionalidad pública cumplan los compromisos establecidos a través de los tratados nacionales e internacionales ratificados por Colombia en materia de garantías para el ejercicio de una vida libre de violencias, haciendo uso de las herramientas políticas, económicas y sociales necesarias para prevenir, atender, judicializar y erradicar las violencias garantizando protección y justicia, por ello, instamos a la corte suprema de justicia para que designe la nueva fiscal general. Finalmente, hacemos un llamado a la sociedad para que desde lo individual, familiar y comunitario se rompa el pacto patriarcal que sostiene y reproduce la violencia que nos vulnera, discrimina, excluye y desaparece.

¡Nosotras seguiremos organizadas y en movilización para generar los cambios necesarios en la construcción del mundo en el que queremos y merecemos vivir!

En el marco del Día Internacional por los Derechos de las Mujeres, estuvimos participando en el conversatorio Lunes de Ciudad: El campo tiene rostro de mujer.

Nos encontramos vía Facebook live con otras mujeres pertenecientes a diferentes organizaciones, que tienen incidencia en los territorios, para poner sobre la mesa todos aquellos retos que tenemos en relación a la garantía y protección de los derechos de las mujeres rurales campesinas.

Ser una mujer rural campesina se define por estar conectada a la tierra, a una finca campesina y a unas relaciones entre vecinos y vecinas de carácter solidario. Se consideró que en Colombia el 48,16% de la población rural son mujeres, lo que nos lleva a pensar en la manera en la que los territorios están constituidos y cuál es la población más afectada en relación a las violencias, las brechas sociales, la discriminación y la falta de participación política en los territorios.

En ese sentido, Carmen Acevedo, mujer campesina y gestora comunitaria del corregimiento de San Cristóbal, resaltó la importancia de empoderar a las mujeres que habitan el campo para que salgan del ámbito privado y den a conocer sus problemáticas; esto a través de la sensibilización sobre los diferentes tipos de violencias que aquejan a las mujeres y, en ese orden, sobre las leyes y derechos que las protegen.

Un ejemplo de lo enunciado por Carmen son: la Red Intercorregimental de Mujeres de Medellín y la Red Intermunicipal de Mujeres del Norte del Valle de Aburrá, quienes poseen el acompañamiento de la Corporación Penca de Sábila, buscando que las mujeres hagan parte de nuevos espacios donde se reconozcan los derechos de las mujeres y se cierren las brechas de género.

Según, Verónica Castro Ospina, integrante del Programa de Mujeres y Justicia de Género de la Corporación, uno de los factores más importantes en cuanto a las problemáticas que tienen las mujeres en el campo es la autonomía económica y el acceso a la tierra, ya que históricamente los hombres son quienes se han encargado de administrar los bienes en la familia, lo que se traduce en violencia patrimonial y la dificultad de las mujeres para acceder a una vida crediticia que posibilite los proyectos propios.

En la mísma línea, Isabel López, coordinadora de la línea de Mujeres Rurales de la Gobernación de Antioquia, confirma que, “hablando sobre la economía y sus brechas, se evidencia una profunda desigualdad en la jefatura en los hogares en las zonas rurales. Asunto que se ve reflejado en situaciones como las épocas de recolección de café donde son las mujeres quienes suelen recolectar, secar y tostar, pero son ellos quienes venden el café y se quedan con el ingreso”.

Finalmente, se resaltó que algunas de las exigencias de las mujeres rurales y campesinas sí han tenido una resonancia importante en la propuesta del Distrito Rural Campesino de Medellín, entre ellas la titulación compartida del predio, donde tanto hombres como mujeres tienen participación en la tenencia de la tierra.

Encuentre la trasmisión completa en: ‘Lunes de Ciudad: El campo tiene rostro de mujer’

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