Medellín, un municipio que no sabe que es rural
Un Plan de Ordenamiento Territorial (POT) establece con visión de futuro, la forma de intervenir física y espacialmente una ciudad. El POT de Medellín, que se encuentra actualmente en el proceso de revisión y ajuste, es una importante herramienta para modelar y estructurar el desarrollo territorial.
Es por esto que las comunidades y la ciudadanía en general deben incidir en la toma de decisiones sobre el proyecto de futuro de Medellín. Siendo tres cuartas partes del territorio suelo rural, Medellín es un municipio rural. No obstante en las políticas y planes se muestra un olvido del campo y su población campesina desconociendo así su vital importancia para la ciudad. Actualmente se pueden observar cambios significativos en el suelo rural y urbano que han conllevado impactos sociales y ambientales fuertes, que han evidenciado una debilidad institucional en la planeación y el control del territorio municipal.
En los corregimientos y espacios cercanos a la ciudad, se muestran múltiples conflictos territoriales en los cuales los campesinos y campesinas, por su situación de vulnerabilidad e histórica falla de reconocimiento, sufren en mayor grado. La débil inclusión y participación de la comunidad campesina en las políticas públicas y las inadecuadas políticas de desarrollo rural ponen en riesgo la permanencia del territorio, la economía y la vida campesina en el municipio. La expansión urbana incontrolada en el suelo rural, que no atiende el POT, el desconocimiento institucional y la política de conservación sin gente, dejan cada vez menos suelo para la producción agropecuaria campesina.
Ante la situación de olvido, discriminación y vulneración de los derechos, las comunidades campesinas vienen manifestando su inconformidad, exigiendo que se reconozca su derecho a intervenir activamente todas las decisiones que sobre sus territorios se tomen. El POT causa una profunda transformación en términos físicos espaciales, culturales, económicos, políticos y sociales, que afectarán de manera negativa la calidad de vida, el hábitat y el patrimonio de las familias campesinas, tal cual esta planteada esta propuesta. Por esto se debe garantizar a la ciudadanía una plena participación y las comunidades exigirla. Una participación informada en la que se tenga la posibilidad de deliberar, decidir y trasformar los territorios buscando el interés colectivo y el bienestar integral. Espacios de participación no solo para que sus propuestas sean escuchadas, sino incluidas en el desarrollo territorial.
Hoy, se deben fortalecer los planes de ordenamiento que logren el equilibrio entre lo urbano y lo rural y garanticen la permanencia de la comunidad campesina en el municipio y en todos los municipios del área metropolitana. La administración municipal debe brindar la atención necesaria a este espacio de interrelaciones con políticas y normas adecuadas para contener los conflictos y atender las necesidades por igual, respetando y garantizando los derechos a la participación, la organización y los derechos de las familias campesinas, su aporte al desarrollo y consecuentemente establecer políticas y normas que recompensen y beneficien a la población campesina y garanticen una especial protección, una figura jurídica que proteja el territorio, la economía, la cultura y la vida campesina. Urge el reconocimiento y respeto al territorio rural campesino como condición básica de una Medellín sustentable y justa.